Parte 1. SI NO ES AHORA CUÁNDO11. La carta |
Часть 1. Если не сейчас, то когда11. Письмо |
Llevas más de seis meses sin dar señales de vida y ya no puedo hablarle a nadie de ti. Ellos no me dicen nada, pero sé que están hartos de que les dé la brasa con lo que nos ha pasado. Ya no es como antes, cuando me preguntaban nada más verme qué tal lo llevaba y yo me ponía a hablar sin parar, y luego Rita, Carlota y Alvar se tiraban horas analizando conmigo cada detalle de la historia: cuando dijiste eso, cuando te dije aquello, cuando no me acompañaste a aquella cena en la que estábamos todos porque tenías algo muy importante que hacer, cuando te dije que no podía ir contigo aquel fin de semana al pueblo porque Rita había conocido a un argentino y tenía que contárnoslo, cuando empezaste a llegar tarde a casa, cuando yo me quedaba dormida… A nadie le interesas ya, Beto. Ni tú, ni nosotros. Pero a mí sí. No vayas a pensar ahora que porque me haya escrito un mail uno del trabajo voy a olvidarme de lo que te he prometido. Ni de coña. Pero ni de coña. Y como no se me ocurre otra cosa que hacer, te he escrito una carta para que sepas que estoy bien y, sobre todo, para que estés tranquilo, para que no te pongas triste cada vez que pienses en mí porque creas que te odio. Eso sí que es imposible. Alberto: Hace ya unos meses de aquella tarde tan lluviosa, y todavía algunos días extraño los viajes que hacíamos juntos y el frío de tu buhardilla. Sin embargo, en este tiempo han pasado algunas cosas y tengo la sensación de que mi vida ha sido siempre así, como es ahora. Si_no_es_ahora_cuándo… // si_no_eres_tú_quién… Yo eso nunca me lo he planteado. En cambio, me gusta imaginar que un día nos encontramos en Madrid o en cualquier otra ciudad del mundo y nos vamos a toue p x Tmar un café que se alarga y se alarga mientras hablamos de nosotros. No te pregunto por qué no has dado señales de vida ni por qué no has contestado a mis mensajes ni a mis llamadas. Aunque te parezca increíble, sigo creyendo en ti y sé que algún día volverás. No sé muy bien por qué te escribo esta carta que quizá nunca leas porque no me atreva a enviártela. A lo mejor es sólo para que el tiempo no nos distorsione, para que no cometa la cabronada de hacerme olvidar lo feliz que fui contigo y para que tú tampoco lo olvides. NATA No es la primera carta que te escribo, claro. Empecé a escribirte porque me acordé del cuento de Galeano que me leíste una noche antes de dormir. Era ese en el que tres ladrones entran en la casa de un viejito y se llevan un baúl pensando que está lleno de billetes, pero, cuando consiguen abrirlo a las orillas de un río, comprueban que dentro no hay ni pizca de dinero, sino que están todas las cartas que el viejo ha recibido a lo largo de su vida de parte de la mujer que lo amó. Los ladrones discuten qué hacer con las cartas: uno dice que las tiren al agua, otro que las quemen y el tercero que lo único que pueden hacer con ellas es devolvérselas a su dueño. Deciden enviarle las cartas de nuevo, una a una y una por semana. Y el cuento acababa con una frase que decía algo así como que «hasta san Pedro bendito escuchaba los latidos del corazón del viejo cuando, a lo lejos, veía al cartero acercarse subido en un burro cuyas alforjas llevaban una carta de amor para él». Desde que me leíste aquel cuento siempre pensé que alguna vez yo tendría un viejito en mi vida al que enviarle cartas y cuando nos separamos, intuí que el viejo eras tú. Escribí la primera y me fui a comprar un sobre de color granate y una cuartilla gruesa para ponerla en bonito. También compré un rotulador. La repetí cuatro o cinco veces, hasta que la letra me salió perfecta, y la dejé encima de la mesa de la cocina para enviártela al día siguiente. Iba a ser la primera de las muchas cartas mías que ibas a recibir. Por la mañana, conduje hasta la puerta de Correos y, cuando estaba a punto de entrar, me di cuenta de que no llevaba la carta. Se me había olvidado. Regresé a casa a por ella y, cuando entré en la cocina y vi el sobre granate encima de la mesa tal y como lo había dejado la noche anterior, pensé: «Es una señal, Nata, no cojas la jodida carta, déjala donde está.» Cerré la puerta, me fui a currar y cuando volví por la noche la guardé en una caja donde he ido metiendo algunas de tus cosas: los mails, las fotos de los viajes y el recibo de algunos restaurantes a los que siempre decíamos que íbamos a volver. Quizá ya no seas mi viejo con cartas porque nunca recibas ninguna, pero no importa, porque desde que te fuiste eres mi amigo invisible. Voy siempre contigo. No te veo, pero estás. No te toco, pero te llevo a todas partes de la mano. No me oyes, pero te hablo en voz alta. Te cuento las cosas de mi curro, te cuento la vida de mis amigas y, últimamente, te he hablado de Mauro. - ¿En serio te mola ese tío? -has dicho-.cuas dicho Pues no sé, Nata, no te pega mucho, la verdad. Te he contado lo del mail y lo del café que quiere que nos tomemos, y también todas las dudas que me asaltan cuando pienso en quedar con él. Tú me has respondido que no pasa nada por quedar con alguien para tomar un café. Yo te he dicho que ya, que ya, que ya sé que no pasa nada, pero que me parece que no estoy preparada para intentar vivir una relación. - ¿Una relación? -has preguntado descojonándote-. Nata, quedar para tomar un café con alguien no es vivir una relación. Te he contestado que sí, joder, que ya lo sé, que no hace falta que me lo digas, pero que por si acaso. - Por si acaso ¿qué? -has dicho. Nada, por si acaso nada. Un café no significa nada, pero es que no es eso lo que quiero decir. Lo que quiero decir es que por una parte tengo ganas de quedar con Mauro, y por otra tengo miedo. No sé por qué, pero lo tengo. Así que pienso escribir un documento y, si finalmente quedo con él para tomar ese café, voy a llevárselo para que me lo firme. Por este documento se garantiza la felicidad de Nata Fortuna. El documento exige a los firmantes que se diviertan, que disfruten, que viajen y sean felices durante el tiempo que vayan a estar juntos. Los contratantes no van a hacerse daño, no van a llorar si no es de risa, no van a tener complejos el uno con el otro, van a mantener relaciones sociales al margen de la pareja, no van a vivir juntos para no gastarse, no van a pelearse para después encontrarse y otra vez pelearse, no van a darse celos con otras parejas ni con otras personas ni van a dejar que terceras personas interfieran en su relación. Se comprometen a hablar las cosas antes de que llegue la incomunicación y a que, si uno de los dos decide que hay otra persona en su vida que merece más la pena que la otra parte contratante, la otra parte contratante lo entenderá y lo admitirá sin dramas y sin dolor. |
Уже больше полугода ты не подаешь никаких признаков жизни, и я уже ни с кем не могу поговорить о тебе. Никто ничего мне не говорит, но я-то понимаю, что они по горло сыты разговорами о том, что с нами произошло. Всё уже не так, как прежде, когда, встретившись со мной, все расспрашивали меня о том, как я поживаю, и я принималась говорить и говорить без умолку. А потом Рита, Карлота и Альвар часами в деталях анализировали со мной каждую подробность нашей истории – когда ты сказал это, я ответила то, когда ты не пришел со мной на ужин, на котором были мы все, потому что тебе нужно было сделать что-то более важное. Или тот момент, когда я сказала тебе, что не могу поехать с тобой в городок, потому что Рита познакомилась с одним аргентинцем и должна была рассказать нам об этом, или когда ты начал поздно приходить домой, а я уже спала... Ты никого уже не интересуешь, Бето. Ни ты, ни мы. А вот меня интересуешь. Не подумай теперь, что раз мне прислал сообщение один парень с работы, то я забуду то, что тебе пообещала. Ничего подобного. Ни за что на свете. И раз уж мне не пришло в голову ничего другого, то я написала тебе это письмо, чтобы ты знал, что мне хорошо. И особенно для того, чтобы ты успокоился и не грустил всякий раз, как подумаешь обо мне, считая, что я тебя ненавижу. Это просто невозможно. Галеано, Эдуардо – уругвайский писатель |