Siempre había oído hablar de la fe, desde que era pequeña, pero la verdad era que no sabía cómo obtenerla, cómo agarrarme de ella para salir de un estado tan deplorable como en el que me encontraba. ¿Quién podía asegurarme que ya no sentiría ese dolor que invadía todo mi cuerpo, mis ojos, mi cerebro, mis articulaciones, mis brazos y piernas, hasta el cabello me dolía, sin contar el dolor del alma? Pero la sabiduría divina siempre tiene sus propósitos, y fue hasta que oí llorar a mi bebé y logré llegar a su cuarto, cuando al verla sentí que ella se merecía tener una mamá completa, llena de vida, de vigor, fue ahí donde decidí hacer todo lo que tenía que hacer para salir del estado en el que me encontraba. Aprendí que la vida está llena de decisiones, y ese día decidí por ella y por mí. Tenía que recuperarme, tenía que aprender a controlar el dolor hasta hacerlo casi nulo. Tenía que esforzarme por rehabilitar mis miembros enflaquecidos y adoloridos, empecé a recuperarme, comencé el ascenso a la cuesta. Qué duro, qué difícil, pero no imposible, día tras día, semana tras semana, mes tras mes, mi condición comenzó a mejorar. Los doctores veían mis esfuerzos, los cuales fueron dando frutos, y a medida que me hacía más fuerte se iban eliminando los medicamentos de la lista, hasta que prácticamente los dejé casi todos. A casi cuatro años de ese momento en el cuarto de mi hija, hoy puedo asegurar que si tienes fe en lo que te propones, aun cuando no veas los resultados inmediatos, tú puedes lograr lo que decides en tu corazón. Estoy en los últimos meses de embarazo de mi segundo bebé, y para cuando este libro salga, mientras tú lo tengas en tus manos y lo estés leyendo, yo tendré a mi pequeñito entre mis brazos. |
С самого детства я постоянно слышала разговоры о вере, но по правде говоря, я не знала, как ее
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© Перевод — Вера Голубкова