Después de tantas experiencias, momentos y vivencias dolorosos, difíciles de asimilar y de aceptar, no me ha quedado otra opción que reinventarme, salir, recuperarme y renacer. Cuántas veces sea necesario, busco renacer; porque cada enfrentamiento que tengo, cada momento de lucha que no me mata me permite reincorporarme y renacer con una nueva expectativa, con una nueva meta, con un nuevo objetivo. Uno de esos momentos en los que yo ya no quería seguir, pero una fuerza interna me impulsó a continuar, fue cuando me costó tanto trabajo quedar embarazada. El hecho de tratar una y otra vez, lo doloroso de creer que por fin había concebido, y después, la desilusión de descubrir que no. Aquellos que han pasado por ese momento, podrán entender lo devastado que estaba mi corazón; lloraba y gritaba en silencio implorando que me fuera concedido un hijo. Cuántos años en dolorosa búsqueda, hasta que un día fui oída y llegó mi pequeñita. Qué alegría reinó en todo mi ser, con ella se completó la felicidad en nuestro hogar. No ha pasado un solo día en que no aprenda de la mano de mi hijita. Con ella redescubro el mundo, veo con sus ojos y me asomo a ese mundo infantil que para mí ya estaba tan lejano; por momentos, mi niña interior juega con ella. He descubierto facetas de mi ser que no conocía, como el hecho de escribir historias basadas en sus objetos personales para que ella entienda qué le está pasando y por qué es necesario que viva en sus escasos añitos momentos dolorosos, como el decirle adiós a su chupón; y lo maravilloso es que ella lo acepta con mucha valentía, no sin dejar escapar una que otra lágrima de despedida. Qué bellos son los niños y qué manera tan clara, transparente y directa de ver la vida. A menudo me pregunto, ¿cuándo dejé de ver la vida de esa manera? Conforme fui creciendo me fui complicando la existencia, no sé si como una manera de defensa, o para no dar mayores explicaciones de mis actos. Lo cierto es que dejé lo sencillo por lo complicado sin darme cuenta de que en realidad lo único que estaba haciendo era perder el tiempo. Cuando me quité las cadenas invisibles que me fui poniendo a lo largo del camino, pude disfrutar de momentos maravillosos, complacerme de las cosas comunes que veo a diario, como la luz del sol, el canto de un ave, una florecita dándose paso entre los bloques de cemento, un arco iris después de la lluvia; tantas cosas hermosas que se nos cruzan en el camino, dándome cuenta de que estoy viva y de que cada día nos da la oportunidad de empezar de nuevo y renacer en una vida llena de amor y libertad. Después de haber vivido la experiencia tan increíble que fue traer al mundo a mi hijita, la vida me lanzó el reto de tener que pasar por una larga enfermedad en donde vi cómo mi cuerpo se debilitaba, mis músculos se acababan, mi rostro reflejaba los perfiles de una agonía larga, dolorosa y con rasgos mortecinos. No fue tarea fácil. Hubo momentos en los que me sentía entre la vida y la muerte, así como momentos en los que me rehusaba a tomar cincuenta medicamentos diarios y a que me inyectaran penicilina casi todos los días durante cerca de dos años. Ya no tenía un lugar en mi cuerpo donde entrara la jeringa, ni tenía fuerzas para sostenerme sobre mis piernas. Veía el deterioro día a día, y entré en una desesperación depresiva en donde solo deseaba dormir para siempre… una sensación de decaimiento y tristeza indescriptibles. Salir de este estado fue uno de los retos más gigantescos a los que me he enfrentado. Solo el estar sostenida de la mano de Dios y el amor de mi gente, lograron que poco a poco me fuera restableciendo. |
После стольких испытаний и болезненных переживаний, которые тяжело понять и принять, у меня
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© Перевод — Вера Голубкова