El primer paso que di para reconectarme con mi alma y encontrar el ancla que necesitaba en mi vida, fue atreverme a enfrentar mi niñez. Necesitaba darle la oportunidad a mi niña interior, a esa pequeñita que se encuentra dentro de mí, de que hablara y expresara sus miedos, sus temores, sus dolores. Necesitaba, yo misma, abrazarla y darle la seguridad de que nunca más volverían esos días de tristeza y frustración. He aprendido que debo darle siempre lo mejor, y permitirme ser de vez en cuando esa pequeñita que lo único que quiere es correr libremente, jugar, divertirse y sobre todo amar y ser amada y aceptada. Entonces, y solo entonces, pude empezar a reconocerme y a caminar por el sendero del perdón, de la seguridad, del rescate de mi ser y de la plenitud. Pero en el camino de recuperar mi niñez, me enfrenté a las tentaciones de una sociedad globalizada en donde el poder, la gloria y la fama son más importantes que los valores y las necesidades internas. El hombre generalmente busca obtener el éxito para ser reconocido y respetado por todos, para tener un estatus de vida que supere el de los demás, y cuando se piensa así, se sacrifican muchas cosas vitales que nunca deberían de hacerse a un lado. Mi vida profesional no la determiné yo, se fue dando de manera natural desde que era pequeña así que me desarrollé con el enfoque de hacer mi trabajo de la mejor forma posible. En ese torbellino de vivencias, experiencias y aprendizajes en la gran escuela de la vida, llegué a tocar muchos mundos que yo no conocía; algunos me crearon un inmenso sentimiento de soledad junto con una soberbia que no me dejaba ver mis errores, un ego gigantesco y una supuesta seguridad personal que estaba tan lejos de ser la confianza que tanto necesitaba para mi ser interior. Nunca dejaré de dar las gracias por todas las experiencias que he vivido y seguiré viviendo. Gracias a ellas pude reconocer que algo me faltaba, que no era esa mujer completa en toda la extensión de la palabra; que en varios segmentos de mi ser había carencias y vacíos que no sabía cómo llenar y que solamente iba parchando de acuerdo al momento. ¡Qué necesario es que uno se dé un golpazo! “Romperse los dientes”, como decimos en mi tierra. Si no hubiera tocado fondo, no habría posibilidad de restauración, no habría posibilidad de libertad. Era la única manera de comenzar a sanarme el alma. Cuando yo empecé a vivir los momentos y los diferentes tipos de experiencias buenas y malas que se fueron presentando en diversas etapas de mi jornada, en realidad no entendía qué estaba pasando, no me entendía ni yo misma. Quería una cosa, y después otra, pero al final solamente me encontraba en el mismo lugar, sola, sin comprender nada y con ganas de salir corriendo. Por eso, si no hubiera tocado fondo nunca me hubiera dado cuenta de que tenía dos opciones: o me daba a la negación de lo que estaba viviendo y le echaba la culpa a quien fuera de mi situación, que era lo mas fácil y lo que hace la mayoría de la gente; o me enfrentaba a mí misma y me hacía cargo de mi vida. |
Первым шагом, который я сделала, чтобы соединиться со своей душой и обрести так
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© Перевод — Вера Голубкова