Thalia - Cada día más fuerte. Producto de mi historia

El ejercicio y el valor que me ha tomado sentarme a evaluar mi vida me ha ayudado a asentarme en la
real perspectiva de mi presente con una seguridad y un balance que me permite valorar la persona
que soy hoy día. Ahora entiendo que soy un ser en proceso de cambio continuo y lo que más importa
es darme cuenta de cuáles fueron mis puntos más bajos o álgidos para tratar de no volverme a meter
en esa arena movediza, sino saberle dar la vuelta y buscar un camino más libre y seguro en el cual
pueda ser yo misma al 100%.
Hoy he podido comprobar que poniendo en acción lo aprendido, hay mejores probabilidades de
tener resultados positivos. Los seres humanos somos consecuencia de una historia, de un pasado, de
unas raíces y por lo tanto para fortalecerme debo conocer muy bien mis debilidades. Si bien es cierto
que sé que debo vivir intensamente el presente, también es importante proyectarme al futuro que
necesariamente destruiré o construiré, dependiendo de las decisiones que vaya tomando. Las muchas
lecciones que he aprendido a lo largo de mi vida me han regalado los mecanismos que me permiten
enfrentarme a cualquier tipo de eventualidad, siempre y cuando haya aceptado mi responsabilidad
pasada y reconocido mi participación, aun cuando no me guste lo que hice, sin culpar a nadie más. Lo
más importante para mí es verme tal como soy y admitir mis errores. Ese, creo yo, es el primer paso
hacia la sanidad interior y la aceptación personal.
Cada etapa de mi vida me ha permitido caminar en el sendero del aprendizaje, un aprendizaje a
base de golpes y vivencias muy dolorosas, combinadas con momentos de gran dulzura, belleza y
amor. Es que a fin de cuentas, de eso está hecha la existencia, de un sinfín de gamas que debemos
experimentar, enfrentar, vencer y vivir. Al correr de los años, estas enseñanzas me han concedido
valorizar la gran sabiduría que he obtenido de cada época de mi vida.
No cabe duda de que es en la infancia en donde se establecen los fundamentos de lo que uno será
cuando crezca. Lo pude constatar cuando niña, al entrar en contacto directo con el silencio, el palpar
de cerca la muerte y ser consciente de su presencia que me acompañó a lo largo de esos años; me
armé de valor en mi corazón hasta que logré romper el silencio en el que me encontraba sumergida
después de la muerte de mi padre. Qué frágil son la mente y el corazón de un niño y qué importante es
la sensibilidad de una persona que percibe el dolor de un pequeño y lo toma de la mano para
ayudarlo a salir. Mi madre y mis hermanas fueron figuras claves en mi camino a la recuperación y
doy gracias por haber estado rodeada de tanto amor y cariño en ese momento de tragedia
devastadora.
Tristemente, no todos los seres humanos cuentan con un apoyo así desde su infancia. Al contrario,
en el transcurso de mi caminar por tantos países y de mis encuentros con tantas personas, he llegado a
la conclusión de que muchos niños son las víctimas perfectas y tantos adultos abusan de ellos
descargándoles las impotencias, los desasosiegos, los enojos, las iras y un sinfín de emociones y
sentimientos que no saben canalizar de manera adecuada. Cuántos niños no han sido lastimados,
envenenados emocionalmente, inutilizados en desarrollar sus capacidades y dones, debilitados en sus
personalidades, coartados, humillados, despreciados, abusados; en fin, la lista es larga y los daños,
en muchos casos, irreparables.
Pero también es cierto que los pequeños vienen equipados con armas extremadamente potentes
como son el perdón, la capacidad de olvidar, la nobleza y el amor incondicional. Son armas que con
el correr de los años se pueden perder o quedar en el cajón del olvido. Hoy que vivo de manera
directa la cercanía de la infancia, me doy la oportunidad de aprender de todo aquello que viví de
pequeña constantemente, y no dejo de reflexionar en lo que fueron mis años de inocencia.
Yo pude expresar este sentimiento en la letra de una canción llamada “En Silencio”, que refleja
todo lo que estaba viviendo en mi interior. En los acordes de esta canción se reúnen tanto mi infancia
como mi juventud y hablan de la necesidad de una reverberación. Una vez una persona encuentra una
razón por la cual luchar y, como resultado, en el corazón de esta persona late una nueva canción,
haciéndola sentir que vuela sin límites, que canta sin límites, que vive sin límites, pero en el fondo y
en silencio solo le queda recordar.
He aprendido a escuchar y entender a esa pequeña niña que vive dentro de mí y hoy día le permito
hacer muchas de esas cosas que le fueron negadas cuando pequeña por las circunstancias. He
aprendido que no hay culpables, que somos sólo víctimas de otras víctimas, pero que está en mis
manos cambiar el presente que impactará de manera definitiva mi futuro.