EL ANTEPASADO

Сапожник и гном. Новогодняя сказка

El antepasado

Zapatero con duende

Había una vez un zapatero muy pobre, muy pobre, que trabajaba día y noche para sacar adelante su hogar. Su mujer no tenía trabajo y no tenían hijos. El zapatero cada vez vendía menos zapatos. Era Navidad, y hacía frío, y se quedó sin dinero para comprar un poco de cuero y seguir trabajando.

- 'Este es mi último par de tiras de piel - le dijo apenado a su mujer- Mañana terminaré mi último par de zapatos. Si no los vendo bien, no tendré dinero para comprar más cuero'.

El zapatero se fue a dormir. Pero esa noche ocurrió algo increíble. En cuanto el reloj dio las 12 campanadas, dos pequeños duendes aparecieron como por arte de magia en la casa del zapatero. Estaban desnudos, y tenía frío. Vieron las tiras de piel sobre la mesa, pero en vez de usarlas para abrigarse, comenzaron a coser unos zapatos para el zapatero. Sus manos eran pequeñas y las puntadas muy finas. Consiguieron terminar los zapatos más perfectos que jamás había hecho nadie.

Cuando el zapatero se despertó, vio el par de zapatos sobre la mesa. No podía creer lo que veía. Llamó a su mujer y le mostró el milagro. Eran los zapatos más perfectos y elegantes que había visto nunca. Nada más ponerlos en el escaparate, entró un hombre y los compró por muy buen precio. Gracias a ese dinero, el zapatero pudo comprar más cuero para hacer más zapatos. Y esa noche, se repitió la historia. Los duendes aparecieron a las 12 en punto y volvieron a coser, en este caso, dos pares de zapatos.

Y así pasó un día, y otro y otro más. Sus zapatos eran los mejores, y el zapatero se hizo muy pronto con un grupo de clientes ricos y agradecidos que admiraban su trabajo.

Pero el zapatero quería saber qué pasaba cada noche. Su curiosidad le hizo esperar un día escondido tras un sillón. Entonces, lo vio todo. A las 12, una vez más, aparecieron los duendes, desnudos y muertos de frío. El zapatero les miró con asombro y se entristeció. Al día siguiente, se lo contó a su mujer y entre los dos decidieron preparar ropa y unos zapatos diminutos para ellos. Era Nochebuena. Los dejaron sobre la mesa y se fueron a dormir.

Los duendecillos aparecieron a las 12 como cada noche, y descubrieron emocionados la zopa y los zapatos.

- ¡Será para nosotros!- dijeron.

Se pusieron con rapidez la ropa. Se calzaron los zapatos y se alejaron muy felices y agradecidos cantando: - 'por fin somos duendecillos elegantes'.

El zapatero y su mujer se alegraron mucho al ver que los duendes se habían llevado su regalo. No volvieron a verles, pero el zapatero continuó trabajando y jamás le faltó un cliente.