Культура мешиков - прародителей современных мексиканцев. Дебаты о правильном употреблении терминов "ацтеки" и "мешики".  Особое отношение к личной гигиене в культуре мешиков. Как удавалось содержать "белый" город Теночтитлан.

El Imperio mexica floreció entre el c. 1345 y 1521 y, su máxima extensión, cubría la mayor parte del norte de Mesoamérica. Los guerreros mexicas fueron capaces de dominar a sus estados vecinos y permitir que gobernantes como Moctezuma II impusieran los ideales y religión mexicas a lo largo de México. Altamente exitosos en agricultura y comercio, la última de las grandes civilizaciones mesoamericanas también se destacó por su arte y arquitectura, que se encuentran entre los mejores jamás producidas en el continente.

El Estado mexica es, en realidad, la civilización mesoamericana mejor documentada con fuentes que incluyen arqueología, libros nativos (códices) y los relatos extensos y detallados de sus conquistadores españoles, tanto militares como del clero cristiano. Es posible que estas últimas fuentes no siempre sean confiables, pero la imagen que tenemos de los mexicas, sus instituciones, prácticas religiosas, guerra y su vida cotidiana es rica y continua expandiéndose constantemente con detalles que se agregan a través de los esfuerzos de los arqueólogos y eruditos del siglo XXI.

Cultura Mexica: ubicación geográfica del imperio mexica

 

Panorama Histórico

En algún momento alrededor del 1100, las ciudades-Estado o altepetl que se extendían por el centro de México comenzaron a competir entre sí por los recursos locales y el dominio regional. Cada estado tenía su propio gobernante o tlatoani que dirigía un consejo de nobles, pero estos pequeños centros urbanos rodeados de tierras de cultivo buscaron pronto expandir su riqueza e influencia, para lo cual en el 1400 se habían formado varios imperios pequeños en el Valle de México. Entre ellos, los dominantes eran Texcoco, capital de la región acolhua, y Azcapotzalco, capital de los tepanecas. Estos dos imperios se enfrentaron frente a frente en el 1428 en la Guerra Tepaneca. Las fuerzas de Azcapotzalco fueron derrotadas por una alianza de Texcoco, Tenochtitlan (la capital de los mexicas) y otras ciudades más pequeñas. Tras la victoria, se formó una Triple Alianza entre Texcoco, Tenochtitlan y una ciudad rebelde tepaneca, Tlacopan. Se inició una campaña de expansión territorial donde el botín de guerra, generalmente en forma de tributo de los conquistados, fue repartido entre estas tres grandes ciudades. Con el tiempo, Tenochtitlan llegó a dominar la Triple Alianza, su gobernante se convirtió el líder supremo, el huey tlatoani ("gran orador"), y la ciudad se estableció como la capital del Imperio mexica.

Amos del mundo, su imperio tan extenso y abundante que habían conquistado a todas las naciones. diego Durán

El imperio continuó expandiéndose desde el 1430 y el ejército mexica, reforzado por el reclutamiento de todos los hombres adultos, hombres provistos de estados aliados y conquistados, y grupos de élite como los guerreros águila y jaguar, barrió a sus rivales. Los guerreros mexicas vestían armaduras de algodón acolchado, llevaban un escudo de madera o caña cubierto de piel, y empuñaban armas como el garrote-espada de obsidiana súper afilado (macuahuitl), una lanza o lanzador de dardos (atlatl), y arco con flechas. Los guerreros de élite también vestían espectaculares trajes y tocados de plumas y pieles de animales para indicar su rango. Las batallas se concentraron en o alrededor de las grandes ciudades, y cuando estas caían, los vencedores reclamaban todo el territorio circundante. Se extraían tributos regulares y los prisioneros eran llevados a Tenochtitlan para los sacrificios rituales. De esta forma, el Imperio mexica llegó a cubrir la mayor parte del norte de Mesoamérica en México, un área de alrededor de 135,000 kilómetros cuadrados.

El imperio se mantuvo unido a través del nombramiento de funcionarios del corazón del imperio, matrimonios, entrega de obsequios, invitaciones a ceremonias importantes, la construcción de monumentos y obras de arte que promovieron la ideología imperial mexica, y lo más importante, la siempre presente amenaza de intervención militar. Algunos estados fueron integrados más que otros, mientras que aquellos en los extremos se convirtieron en zonas de amortiguamiento contra vecinos más hostiles, en particular la civilización purépecha

 

Tenochtitlan

La capital mexica de Tenochtitlan en la costa occidental del lago de Texcoco floreció de tal manera en que la ciudad alcanzó a alojar alrededor de 200,000 habitantes a principios del siglo XVI, convirtiéndola en la ciudad más grande de las Américas precolombinas. Estos habitantes se dividieron en varios estratos sociales. En la cima estaban los gobernantes locales (teteuhctin), después los nobles (pipiltin), los plebeyos (macehualtin), los siervos (mayeque) y finalmente los esclavos (tlacohtin). Los estratos parecen haber sido relativamente fijos, pero hay evidencia de movimiento entre ellos, especialmente en las clases bajas.

 

Temple Mayor, Tenochtitlan
Templo Mayor, Tenochtitlán
Wolfgang Sauber (CC BY-SA)

 

No solo la capital política y religiosa, Tenochtitlan también era un gran centro comercial con mercancías que entraban y salían, como oro, roca verde, turquesa, algodón, granos de cacao, tabaco, cerámica, herramientas, armas, alimentos (tortillas, salsas de chile, maíz, frijoles e incluso insectos, por ejemplo) y esclavos. Los invasores españoles quedaron inmensamente impresionados por el esplendor de la ciudad y la magnífica arquitectura y obras de arte, especialmente de la pirámide del Templo Mayor y las enormes esculturas de piedras. Dominando la ciudad estaba el enorme recinto sagrado con sus templos y un monumental juego de pelota. La gestión del agua de Tenochtitlan también era impresionante, con grandes canales que atravesaban la ciudad, la cual también estaba rodeada de chinampas (campos elevados e inundados) que aumentaron enormemente la capacidad agrícola de los mexicas. También había diques para prevenir inundaciones, reservas artificiales de agua dulce y maravillosos jardines de flores repartidos por la ciudad.

Toda la ciudad fue diseñada para inspirar asombro en la gente, especialmente a los nobles visitantes que, entretenidos con las fastuosas ceremonias, podían ver que los mexicas realmente eran:

Amos del mundo, su imperio tan amplio y abundante que habían conquistado a todas las naciones y que todos eran sus vasallos. Los invitados, al ver tanta riqueza y opulencia y tanta autoridad y poder, se llenaron de terror. (Diego Durán, el fraile español, citado en Nichols, 451)

De hecho, las llamadas "Guerras Floridas" se realizaron específicamente para recolectar víctimas de sacrificios. Las ofrendas más prestigiosas eran aquellos guerreros que habían mostrado gran valentía en la batalla. El sacrificio podía tomar tres formas principales: el corazón era removido, la víctima era decapitada o se hacía que la víctima peleara en una lucha sin esperanza contra guerreros de élite. También hubo imitadores que se vestían con las insignias de un dios específico y en el clímax de la ceremonia eran sacrificados.

 

Xochipilli
Xochipilli
Dennis Jarvis (CC BY-SA)

 

Arquitectura y Arte

Los mexicas apreciaban las bellas artes y recolectaban piezas de todo su imperio para ser traídas a Tenochtitlan y, a menudo, enterrarlas ceremonialmente. El arte mexica era más que nada ecléctico y abarcaba desde objetos preciosos con grabados en miniatura hasta enormes templos de piedra. Las esculturas monumentales eran las favoritas, y podían ser monstruosidades temibles como la colosal estatua de Coatlicue, o ser muy realistas como la famosa escultura de un Xochipilli sentado.

Organizados en gremios y adscritos a los palacios principales, los artesanos podían especializarse en trabajos en metal, tallado de madera o escultura en piedra, usando materiales como amatista, cristal de roca, oro, plata y plumas exóticas. Quizás algunos de los objetos de arte más llamativos fueron los que emplearon mosaicos turquesas como la famosa máscara de Xiuhtecuhtli. Las formas comunes de la cerámica incluían vasijas antropomorfas en colores brillantes, siendo la más notable la fina y apreciada cerámica de Cholula.

El arte mexica representaba todo tipo de temas, pero eran especialmente populares los animales, las plantas y los dioses, particularmente aquellos relacionados a la fertilidad y la agricultura. El arte también podía usarse como propaganda para difundir el dominio imperial de Tenochtitlan. Ejemplos como la Piedra del Sol, la Piedra de Tízoc y el trono de Moctezuma II retratan la ideología mexica y buscan correlacionar estrechamente a los gobernantes políticos con los eventos cósmicos, e incluso con los propios dioses. Hasta la arquitectura podría lograr este objetivo; por ejemplo, la pirámide del Templo Mayor buscó replicar la montaña de serpientes sagradas de la mitología mexica, Coatepec; es así que se establecieron templos y estatuas con símbolos mexicas en todo el imperio.

 

Colapso

El Imperio mexica, que controlaba alrededor de 11,000,000 de personas, siempre había tenido que lidiar con rebeliones menores, por lo general cuando nuevos gobernantes tomaban el poder en Tenochtitlan, pero estas siempre habían sido rápidamente aplastadas. Sin embargo, la marea comenzó a cambiar cuando los mexicas fueron fuertemente derrotados por Tlaxcala y Huexotzingo en el 1515. Con la llegada de los españoles, algunos de estos estados rebeldes volverían a aprovechar la oportunidad para lograr su independencia. Cuando los conquistadores finalmente llegaron desde el Viejo Mundo navegando en sus palacios flotantes y liderados por Hernán Cortés, sus relaciones iniciales con el líder de los mexicas, Moctezuma II, fueron amistosas y se intercambiaron valiosos obsequios. Sin embargo, las cosas cambiaron cuando un pequeño grupo de soldados españoles fue asesinado en Tenochtitlan mientras Cortés estaba en Veracruz. Los guerreros mexicas, infelices con la pasividad de Moctezuma, lo derrocaron y establecieron a Cuitláhuac como el nuevo tlatoani. Este incidente fue justo lo que necesitaba Cortés y regresó a la ciudad para liberar al resto de españoles que se encontraban sitiados, pero fue obligado a retirarse el 30 de junio de 1520 en lo que se conoció como la Noche Triste. Reuniendo aliados locales, Cortés regresó diez meses después y en 1521 puso sitio a la ciudad. Sin comida y devastados por las enfermedades, los mexicas, ahora liderados por Cuauhtémoc, finalmente colapsaron el fatídico día del 13 de agosto de 1521. Tenochtitlan fue saqueada y sus monumentos destruidos. De las cenizas surgió la nueva capital de la colonia de la Nueva España y la larga línea de civilizaciones mesoamericanas, que se remontaban hasta los olmecas, llegó a un dramático y brutal final.

 

 

 

Mexicas o Aztecas: el nombre verdadero

Aunque los términos "azteca" y "mexica" se usan para referirse al mismo pueblo prehispánico que fundó la ciudad de Tenochtitlán, hay diferencias en su significado. La palabra "azteca" se refiere a los antiguos habitantes de la tierra mítica de Aztlán. Entre estos, los mexicas fueron solo uno de los grupos que salieron de ese lugar en busca de nuevas tierras.

Según los códices antiguos, de Aztlán también provenían los tepanecas, chalcas, colhuas, tlahuicas y xochimilcas. Por lo que, en rigor, todos estos pueblos asentados en los valles centrales de México también habrían sido aztecas, tal como ha sido señalado por el historiador Federico Navarrete.

Los fundadores de México-Tenochtitlán fueron los mexicas. En su peregrinación hacia el sur desde Aztlán, este pueblo decía seguir los mandatos del dios Huitzilopochtli, quien les prometió poder y un lugar grato para vivir.

Así, el nombre que los mexicas se dieron a sí mismos deriva de Mexitín, o Mexi, que eran otras formas de llamar al mismo dios Huitzilopochtli. En las crónicas españolas, los términos mexica y mexicanos se usaban indistintamente para referirse al pueblo que encontró el ejército hispano en 1519.

Tal vez esa fue la razón por la que los historiadores anglosajones como William Prescott decidieron usar la palabra "Aztec" para referirse a la civilización asentada en Tenochtitlán. Así procuraron crear una distinción entre aztecas (mexicas) y los modernos mexicanos. Aunque ese uso de azteca, que luego se popularizó, no fuera preciso ni correcto.

 

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