La boda de Enrique de Inglaterra y Meghan Markle rompe moldes por muchos motivos y uno de ellos es que el aspecto y los preparativos del novio son, por primera vez, analizados como los de la novia
El 19 de mayo, poco después de mediodía, el mundo entero se detendrá para observar cómo dos jóvenes se casan en Londres, Inglaterra. El príncipe Enrique de Inglaterra (Londres, 1984), Harry a secas para el mundo, se casará con su novia desde hace dos años, la actriz y activista humanitaria Meghan Markle (Los Ángeles, 1981). Mucho se ha hablado de la modernidad que esto traerá a una institución tan antigua e inamovible como la corona británica: Markle es una mujer mayor que Harry (algo poco habitual), mestiza (solo hubo otra mujer mestiza en la familia real británica, la reina Charlotte de Mecklenburg-Strelitz, mujer de Jorge III) y divorciada (una barrera que solo Wallis Simpson rompió antes que ella).
Harry ha dejado de fumar, una decisión digna de aplaudir por si sola, pero que tenía, además, otra motivación: tener hijos con Markle, pues el tabaco disminuye la fertilidad masculina
Pero algo más está cambiando: por primera vez, los preparativos físicos del novio están siendo tan comentados como los de la novia. El pasado marzo, el diario Daily Mail informaba de que Harry había dejado de fumar, una decisión digna de aplaudir por si sola, pero que tenía, además, otra motivación: tener hijos con Markle (la nicotina puede afectar a la fertilidad masculina).
Harry también está reduciendo su consumo de alcohol, algo que en el pasado le trajo problemas y llevó, en parte, a algunos de sus escándalos más sonados: las fotos desnudo en Las Vegas, la noche en que intentó golpear a un fotógrafo al abandonar una discoteca en Londres o aquella vez que, borracho, se cayó a una piscina durante una noche de fiesta en Croacia. La eliminación del alcohol forma parte, además, de una dieta con la que el príncipe pretende recuperar la forma. Según los datos que recoge el New York Daily News, desde noviembre y gracias a la reducción de consumo de alcohol, Harry habría perdido casi cinco kilos de peso.
El tercer hábito que el príncipe Harry ha abandonado es la comida rápida. A menudo la prensa se ha hecho eco del amor de Harry por las hamburguesas de McDonald's y ha sido visto en una popular cadena británica de pollo frito llamada Nando's. Para mejorar su alimentación el pequeño de los Windsor está siguiendo los consejos de su esposa (que ha declarado que entre semana su dieta es estrictamente vegana) y ha recurrido además a la nutricionista Gabriela Peacock. Su nueva dieta ha eliminado por completo la leche, ha rebajado el consumo de azúcar y se basa, principalmente, en consumir proteínas, sobre todo en forma de carne.
Peacock es, según su web oficial, una exmodelo reconvertida en nutricionista para la élite londinense y cuya técnica consiste en aplicar cambios no solo a la dieta de sus clientes, sino a su estilo de vida. En este sentido, Harry ha empezado a acudir todos los días a un gimnasio a las siete de la mañana, en concreto a un centro privado llamado KXU cuya membresía cuesta casi 850 euros al mes.
Peacock ya fue reclamada por la familia real para diseñar una dieta para la reina Isabel II en 2013 y se está encargando también de la dieta de la princesa Eugenia, que se casará en octubre. En el caso de Harry, y según al web especializada CookingLight, podría estar tomando los suplementos vitamínicos que elabora y comercializa la propia Peacock, que aumentan las defensas, aportan energía y ayudan a conciliar el sueño.
Cuando te enfrentas a una boda con 600 invitados entre los que se encuentran personalidades de la política y la realeza y que será televisada para una audiencia que podría ser de cientos de millones de personas en todo el mundo, dormir puede ser lo más difícil.
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