Han pasado más de dos meses desde aquel día de junio. El verano ya ha llegado con fuerza a la capital, y el sol luce con todo su esplendor. El calor se ha instalado en Madrid y no tiene intención de marcharse hasta dentro de un tiempo. Seis chicos están reunidos en una mesa de la cafetería Constanza tomando un refresco bien frío. Respiran vacaciones. La pesadilla de los exámenes finales quedó atrás, aunque algunos no se librarán de pisar el instituto en septiembre para salvar el curso. A Ester le suspendieron Matemáticas; a Meri, Filosofía e Historia; y Raúl apenas logró aprobar cuatro. Pero la más perjudicada fue Valeria, que sólo pudo presentarse a dos exámenes y no los superó. Lo que sucedió aquella mañana la dejó muy tocada física y mentalmente, aunque poco a poco se ha ido recuperando con la ayuda de sus amigos y sobre todo de su novio. Tras la pesadilla de la estación de Atocha, ahora pasan por un momento dulce y están más unidos que nunca. No fue un final de curso sencillo para el Club de los Incomprendidos y el cúmulo de circunstancias negativas que les tocó vivir se tradujo en malas notas. Aun así, desde hace unas semanas intentan volver a la normalidad, rehacer sus vidas y dejar atrás el cruel pasado. —Un día tienes que traerte a Paloma a una de las reuniones —le dice Alba a Meri. —Seguro que se apunta. —¿Cómo se encuentra? —Bien. Tiene sus momentos de bajón, aunque desde que salió del hospital no ha vuelto a recaer en lo suyo. Y finalmente, su familia no se la llevó a Londres. Nieves y Basilio continúan sin ver muy clara su relación con ella. Siguen sin entender que a su hija le gusten las chicas, pero poco a poco van progresando. Que María haya estado apoyándolos en todo momento ha servido para que los padres de Paloma la vean de otra forma. Eso sí, ni se besan ni se abrazan delante de ellos. —Está yendo al psicólogo, ¿no? —Sí. Ella y sus padres. Las cosas han mejorado en su casa, aunque todavía tienen mucho en lo que trabajar y mejorar. —No entiendo cómo unos padres no pueden aceptar la condición sexual de su hija. —Es una cuestión de educación, Val. Pero ya me dejan estar con ella, que es lo más importante. La pelirroja sonríe. Paloma y ella han salvado un punto de partido. Ahora se necesitan más que nunca y piensa hacer todo lo que esté en su mano para que el amor de su vida sea feliz. Incluso ha convencido a sus padres para que la cambien de instituto. No irá al que va ella, pero sí a uno cercano. De esa manera, en el curso que viene, hasta se podrán ver más a menudo. —Chicos, tenemos que irnos o llegaremos tarde al cine —comenta Raúl, abrazando a Valeria. —¿Has quedado allí con Wendy? —Sí. Nos espera en la puerta. Wendy Smith, alias Wendy Minnesota, no se ha ido de la vida de Raúl. Incluso ha conocido a Valeria y al resto de los chicos. Ella estaba con su amigo en el momento que llegó a Madrid desde Valencia y le informaron de que su novia se encontraba mal por un accidente en el metro. Fueron momentos muy críticos y la presencia de Wendy resultó muy importante para tranquilizarle cuando Raúl perdió la calma e incluso los papeles. No es una más del club, pero sí se ha unido a ellos en tres o cuatro ocasiones para tomar algo o salir a dar una vuelta en el comienzo del verano. No por no pertenecer directamente a aquel grupo de amigos ha dejado de ser una incomprendida. —Nosotros vamos luego —indica Ester, refiriéndose a ella y a Bruno—. Tenemos que ir a por algo primero. —¿Y eso? —le pregunta Alba. —No podemos decir nada. Es secreto. Los dos cogen sus cosas y salen de la cafetería. Alba los observa atentamente. Lo suyo con Bruno se terminó. Cuando supo que él no estaba enamorado de ella, llegó a la conclusión de que aquello no iría muy lejos. Lo intentaron, pero fue la propia Alba la que dio por finalizada la relación. Unos días malos, muchos pañuelos y tarrinas de helado, y otra vez a luchar por encontrarse a sí misma y a alguien con quien compartir su enorme corazón. Han quedado como amigos y poco a poco la situación se ha ido estabilizando. Ya no le duele tanto verlo y no besarlo en la boca o no sentarse sobre sus rodillas como cuando eran pareja. Aun así, el hormigueo que siente cuando hablan o la mira no ha desaparecido. —¿Qué podemos comprarle? —le pregunta Ester a Bruno. Los dos caminan por el centro de Madrid. —No lo sé. —Vamos, tú la conoces mejor. ¡Has salido con ella! —Soy muy malo para hacer regalos de cumpleaños. —Pues ya te puedes esforzar en el mío. —¡Pero si queda mucho todavía! No me agobies. —¿Mucho? ¡Tres meses me quedan para los diecisiete! —Creo que les tocará a Meri y a Valeria comprarlo. Yo me lavo las manos. La chica del flequillo en forma de cortinilla sonríe y mira a los ojos a aquel muchacho bajito y testarudo. —Qué rácano eres. Se acerca a él y le da un beso. Bruno se limpia la mejilla con la mano y continúan caminando juntos. Su relación pasa por un buen momento. Quizá por el mejor momento desde que se conocen. Hay confianza, amistad, complicidad... —¿Te das cuenta de todas las cosas que nos han pasado en los últimos meses? —le dice Ester, deteniéndose frente al escaparate de una tienda de regalos curiosos. —Es verdad. Muchas. —Nos servirá de experiencia para el futuro. —Seguro. —Tal vez, dentro de diez años, tú y yo estemos juntos. —¿Me vas a hacer esperar diez años? La chica se pone roja. Se acerca a él y lo envuelve en sus brazos, agarrándolo por detrás del cuello.— A lo mejor... se queda en diez días. —Y le da un beso en la nariz. Luego lo suelta y se queda embobada mirando un aeroplano que vuela en círculos, en el escaparate—. ¡Me encanta ese avión de juguete! ¿Se lo compramos? Bruno sonríe. Le encanta verla feliz y que sonría arrugando la nariz. Quizá en diez días... Faltan seis horas para que el avión aterrice en el Aeropuerto Intercontinental George Bush, en Houston. Según les han dicho a ella y a su familia, allí puede estar la solución a su problema. —¿Quiere algo de beber, señorita? —Un poco de agua, por favor. La azafata sonríe, le sirve un vaso con agua mineral y le pregunta a otro pasajero. En esta ocasión es una niña rubia con coletas y un vestido blanco que tiene en el asiento de al lado. —Quiero también agua, como esta chica morena tan guapa —le indica la pequeña a la azafata, mientras coloca seis muñecos en fila sobre la mesita del asiento—. ¿Y puedes traer también agua para ellos? —Le preguntaré a mi jefe, a ver qué me dice —le responde la joven, sirviéndole un vaso de agua. —Vale. Es que Valeria se muere de sed. Y Ester también. La chica morena observa con curiosidad a esa niña. Se parece mucho a ella cuando tenía su edad. Si no fuera porque se apartó en el último segundo y evitó que aquel tren la aplastara, pensaría que ha muerto y se ha reencarnado en ella. Sólo hay una clara diferencia, el color del pelo. —¿Tienen mucha sed tus muñecos? —le pregunta, curiosa. —Sí. Es que hace mucho calor. —¿Cómo has dicho que se llaman? —Éste es Raúl. Y ésta... no tiene nombre. ¿Cómo la llamo? —¿Quieres llamarla como yo? Soy Eli. —Me gusta mucho ese nombre. Pues se llamará Eli —dice, mirando a la muñeca y peinándole su largo cabello negro—. Yo me llamo Alicia, encantada de conocerte. AGRADECIMIENTOS Este libro ha sido muy especial. Por todo lo que significa, por las circunstancias en las que lo he escrito y porque durante el proceso de creación he sentido que subía otro peldaño en mi deseo de convertirme en escritor. Aún me queda mucho que aprender y que mejorar, lo tengo claro. Pero estaré siempre agradecido a los Incomprendidos y a quienes han hecho posible que esta trilogía marque un antes y un después en mi vida. Mis padres son las personas más importantes de mi vida, junto a mi hermana y mi chica. Si vosotros estáis bien, yo estaré bien. Si vosotros estáis mal, yo estaré mal. Nunca olvidéis que os quiero y que estoy para cualquier cosa. En las buenas, en las malas, en los momentos difíciles y cuando todos estemos riéndonos. Os doy las gracias por la educación, los valores y las posibilidades que me habéis dado, y por la paciencia que habéis tenido conmigo. Espero que el 2014 sea un buen año para todos. Lo merecemos. Le doy las gracias a mi hermana María por existir. Siempre te picas cuando lees los agradecimientos de mis libros, así que no seré malo. Sólo quiero decirte desde aquí que es hora de ser feliz. Creo que estamos más unidos que nunca y eso me alegra. Piensa en las pequeñas cosas que te dan alegrías y aleja de ti los malos momentos. Tú eres la psicóloga… Te has hecho un hueco enorme en mi corazón y creo que en el de todas las personas que vas encontrándote en esta aventura. Es fácil quererte, aunque seas una cabezota. Ya no necesito soñar contigo porque te tengo a mi lado las veinticuatro horas del día. Yo sí creo en los «para siempre» y en los «infinitos». Nos quedan cientos de historias que compartir, miles de «te quiamos» que decirnos y millones de besos que darnos. Este libro, y por supuesto el título, que es tuyo, también te lo debo a ti. Te amo @Estersinh3. Muchas gracias a todos mis amigos, tíos y primos por seguir apoyándome un libro más. Merchi, ese niño será un crack si sale a vosotros. Alfonso y Gema, espero que os vaya genial en Madrid, estamos para lo que necesitéis. Tita Mari, a veces, se me va la cabeza. Gracias por todo. Tito Mario, cada día te admiro más. Una de las claves por las que he conseguido terminar esta novela has sido tú, Míriam. Gracias por ayudarme, comprenderme, aconsejarme y mimarme como lo has hecho. A toda la Editorial Planeta, a la que considero mi familia, le debo mucho. Ángeles, Puri, Sergi, Anna, Josep, Laura, Marc, Dani, María… y todas las personas que trabajan para el grupo, muchas gracias. No puedo estar en un sitio mejor y con mejores personas. Ojalá que esto sólo sea el principio. Gracias también a Atresmedia Cine y a la productora Bambú por interesarse en llevar ¡Buenos días, princesa! al cine. Estoy seguro de que la película será un bombazo. Este año ha sido más especial porque recibí el premio Cervantes Chico. Le doy las gracias de corazón a toda la ciudad de Alcalá de Henares, a la Asociación de Libreros y al gran escritor Santiago García-Clairac por pensar en mí y concederme este reconocimiento que guardaré siempre en mi corazón. Durante 2013, me ha encantado conocer a muchos escritores personalmente y seguir descubriendo más a los que ya conocía. Carlos García Miranda, vamos a luchar por ese proyecto juntos y así seguir pasando mañanas enteras en las franquicias de la capital. Te hemos pillado cariño y somos un poco más distópicos gracias a ti. Mil gracias por sus consejos, reflexiones, ideas, conversaciones interesantes, risas, descubrimientos, lecciones… a Martín-Marcel Piñol, Inma Chacón, Antonio Martín Morales, Anabel Botella, Elena Martínez Blanco, José Luis Molinero, Javier Sierra, Megan Maxwell, Sofía Rhei, Javier Martínez, Javier Ruescas, Francesc Miralles, David Lozano, Sandra Andrés, Víctor Blázquez, Juande Garduño… y todos esos grandes escritores con los que he coincidido en ferias del libro, eventos y festivales este año. Sé lo que cuesta rellenar un folio en blanco, por eso os admiro a todos los que lo conseguís. Muchas gracias también a Dani Ojeda, Rocío Muñoz, Eva Rubio, Iria G. Parente, las Alicias de Valencia… y a todos los blogueros que tan buen e importante trabajo hacéis en Internet. Muchas gracias también a Paula Dalli y Alba Rico por prestarse siempre a echar una mano en todo. Gracias a María Villalón, Edu Ruiz y Sonia Gómez, sois fantásticos. A Clara Masterchef por su simpatía y su libro El Club del Cupcake, y a Chenoa por su gran apoyo y sus palabras siempre de cariño. También muchas gracias a Flipi y David Troncoso por pensar en mí, vamos a por todas el año que viene. En este sexto libro, quiero acordarme de una persona muy importante para mí, a quien le deseo lo mejor y a la que no sólo me une lo profesional. Con Nuria Mayoral tengo una amistad muy especial. Como autor, deseo que estés a mi lado siempre, me da igual dónde y cómo. Y como persona, no me vas a perder de vista. Formas parte de la familia. Un año más, un libro más, repito y no me cansaré de repetir que la parte más importante de esta historia sois vosotros, los lectores. Sin vosotros, Blue Jeans no existiría. Se habría cansado de escribir en el Fotolog. Muchas gracias a las Bluecitas de Madrid (incluidas Lourdes, la madre de Gema, Dani e Irene Contenta. Nunca olvidaré el momento trompeta de mi cumpleaños), a todas las que os sentís incomprendidas, a las chicas que vais a las firmas y esperáis colas para verme (y también a sus padres, abuelos, hermanos o novios por acompañarlas). Gracias a la gente de Tuenti, a mis amigos de Facebook, a los del Club de Lectura Blue Jeans y especialmente a mis followers de Twitter @fraciscodPaula. En representación de los 42.000…, mi agradecimiento a Blanca Castellví, Estefanía Campos, Paula Romero, Lucía I. Peña, Grecia VandenBerg, Laura Sánchez, Susana Polo, Aida López, Mar Monroig, Begoña Baena, Paula Sebastián, Pilar Ureña, Marta Mármol, Victoria Vidal, María Vizcaya, Míriam Vacas, María Moreno, Lorena Cobos, Montse Sirvant, Estrella Vicedo, Victoria Morato, Paula González, Alba Miguel, Natalia Campello, Ainhoa Latasa, Lucía Gago, Sara Macías, Paula Corrales (Paterna), Lucía Moya, Sabrina Figueroa, Victoria Bravo, Marina Casanova, Gema Carrascosa, Sol Cervera, Nahia Cantalapiedra, Paula Castro, Bárbara Guillén, Cristina Mendoza, Nadia Mishell Ibadongo, Ángela Cored, Laura Herrera, María Arjones, Alba Campos, Natalia Sánchez, Carla López, Sandra Mora, Iraultza Astarloa, Lucía Méndez, Sara González (Granada), Sara Jeanne, María del Mar Roda, Jennifer Capdevilla, Esther de la Fuente, Esther Aguareles, Ainara Peña, María Parejo, Paula Corrales (Barbate), Rocío Barrantes, María Uruen, Nerea Fortes, Gabriela Cabana, Mónica Núñez, Ayla Kervarec, Gloria García, Claudia Ramírez, Raisa Martín, Tamara Esparza, Stephanie Padilla, Ana Fernández, Silvia Martínez, Reme Román, Lucía González, Nuria Muñoz, Sofía Wainsztein, Clara María Remolina, Mireia Delgado, Silvia Lyubomirova, Paula Torres, Leila Lorente, Albita Sanmartín, Rebeca López, Loreto Montes, Marina Figueras, Esther Illueca, Irene Pilar Cano, Paula del Carmen Quiles, Paula López, Sonia Pastor, Claudia Mariano, María Morenilla, Elena González, Noe Aldao, Sara González (Pontevedra), Daniel Sánchez, Silvia Cubel, BlueJeaners con Arte, Rocío Parrado, Irene Bejarano, Ana María Torres, Míriam Díaz, Ángela López, Esperanza Muñoz, Laura Gómez (Azuqueca de Henares), Laura Calvo, Paula Sobreroca, Blanca Ruiz, María Mateo, Sabela Mosteiro, Tania Abeleira, Andrea García, Cristina Ruiz, Natalia Solís, Andrea Enache, June Sánchez, Dayana Solorzano, Paloma Nieto, Pilar Utrillas, Celia Abellán, Andrea Doménech, Julia Sarmiento, Irene Benítez, Carla Ramírez, Marcela Rodríguez, Natalia García, Isabel Correa, Montse Nicolau, Pamela Sophia Chaves, Laura Gómez (Coín), Paula Dueñas, Irene Vidal, Claudia Córdova, Kenia de Antonio, Silvia Gómez, María Santos, Esther Pérez, María Candel, Karla Barraza, Jessica Iglesias, Aitana Devis, Judith Domínguez, Marta Franco, Judit Santamaría, Victoria Combarros, Andrea Sánchez, Leticia Quintana, Lucía Vidal, María Aguirre, Piedad Mercader, Paula Santos, Carolina Ruiz, Adriana Calvo, Carolina Maqueda, Clara Rivero, Celia Muro, Rosario Rivero, Mila Dobarro, Sara Sanchís, María Pesqueira, Patri López, Chicho Cortés, Virginia Ayllón, Andrea Belmonte, Almudena Agudo y Carolina Marenco. Sois muchos los que habéis venido a muchas firmas y ya os considero amigos, no solamente lectores. Nombraros a todos es imposible y no quiero excluir a nadie. Sabéis quiénes sois, sabéis lo que pienso de vosotros. Y sabéis lo afortunado que me siento por tener amigos que, además, leen mis libros. Nos seguimos viendo en las librerías de España y en las diferentes redes sociales. Ha sido divertido escribir gran parte de esta novela en Starbucks Callao. Gracias a Deis, las dos Lauras, Dani, Cristina, Paola, Allende y a todos los chicos y chicas que trabajan allí y que tan bien me tratan. Como me dijo un señor el día que estaba escribiendo estas líneas, éste es como mi despacho. Muchas gracias a todos los libreros y a los trabajadores de las secciones de libros de los centros comerciales. Y gracias también a los lectores latinoamericanos, polacos, franceses, italianos, húngaros, portugueses, rusos y holandeses por probar mis historias. Esta experiencia se ha hecho internacional y yo estoy encantado de que las novelas viajen a otros países. Pongo el punto final a esta historia. Publicar un libro era un sueño. Éste es ya el sexto. Yo no soy ejemplo de nada, pero lo que me ha pasado a mí sí lo es. Esfuérzate al máximo, ponle ilusión, no te creas más que nadie, jamás te des por vencido, lucha por lo que crees y sé flexible con lo que te digan los demás… Los sueños se cumplen, tal vez de esta manera los tuyos también se hagan realidad. A mí me pasó. Espero que hayas disfrutado con la trilogía del Club de los Incomprendidos. Nos vemos en las redes sociales. |
С того июньского дня прошло больше двух месяцев. Лето уже пришло в столицу, и сейчас оно в - Что мы можем ей купить? – спрашивает Эстер у Бруно. Ребята шагают по центру Мадрида. Шесть часов нужно самолету, чтобы приземлиться в Хьюстоне, в международном аэропорту Джорджа Буша. Судя по тому, что сказали ей и ее родне, именно там может находиться решение ее проблемы. Благодарности Эта книга была особенной из-за того, что она значит для меня и из-за обстоятельств, в которых я ее написал, а еще потому, что в процессе ее создания я чувствовал, что поднимаюсь все выше по ступенькам своего желания стать писателем. Я понимаю, что мне еще предстоит многому научиться и отточить свое умение, но я всегда буду благодарен “непонятым” и тому, кто сделал возможным, что эта трилогия отметила в моей жизни то, что было до нее, и то, что будет после.
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