—¿Cómo está Paloma? —Adormilada. Le han dado unas pastillas hace un rato y ya no le duele tanto, pero pasará algunos días en observación. Después... empezará a recibir otro tipo de tratamiento. La madre de la chica les explica a Meri y a Paz lo que los médicos le acaban de informar. Sólo ella y su marido han podido verla en las casi siete horas que lleva ingresada en el hospital. —¿Cómo no me di cuenta? —se lamenta la pelirroja. —Nosotros tampoco nos enteramos de nada. Y vivimos con ella —dice la mujer, sollozando—. Todo esto es por mi culpa. Nieves se sienta en una de las sillas de la sala de espera y se cubre la cara con las manos, desconsolada. María y Paz se le acercan para tratar de calmarla. —Lo importante es que ahora se ponga bien —comenta la chica—. Pronto volverá a ser la de antes. La mujer se quita las manos del rostro y la mira. Aquella jovencita siempre le había caído bien, hasta que se enteró de lo que tenía con su hija. Ahora, después de cómo la ha tratado, es ella la que intenta animarla. Tal vez no sólo ha sido injusta con Paloma, sino también con esa niña pelirroja. —Gracias por salvarla. Si no llega a ser por ti, a lo mejor ahora... —Yo sólo hice lo que pude. Menos mal que me llamó. Y cuando lo hizo, ella llamó inmediatamente a sus padres. Eran más de las cinco de la mañana. Cuando vieron a Paloma tumbada en el suelo inconsciente pensaron que aquello era una pesadilla. Pero no, no era un sueño. Intentaron reanimarla sin éxito y en seguida la llevaron en coche al hospital. Allí, unas horas más tarde y tras algunas pruebas, les desvelaron lo que nunca habrían imaginado. No se siente bien. ¿Por qué sus padres tienen que presionarla de esa manera? Son demasiado estrictos. Cuando les cuente que es lesbiana... El mundo se les va a venir encima. No quiere ni imaginar lo que pasará. Sólo espera que no la separen de Meri. Ella es lo único bueno que tiene en la vida. La quiere, la quiere muchísimo. Esas gilipollas de su clase han vuelto a fastidiarla. No comprende cómo puede haber gente tan mala. ¿Creen que no le afecta todo lo que le dicen o le hacen? Es una persona, como ellas, ¿por qué la acosan? ¿Por qué la insultan? ¿Ser lesbiana es un pecado? Se encierra en el cuarto de baño. Abre el grifo al máximo y se sienta en el suelo pegada a la pared. Se da un pequeño golpecito en la nuca contra el azulejo. ¿Por qué la tratan tan mal? ¿Por qué le han dicho hoy que sería mejor si no existiera? El segundo golpe no es tan leve. Lo siente, siente el dolor. ¿Algún día podrá decirles a sus padres lo que es, lo que siente? ¿Algún día podrá revelarles que le gustan las chicas sin miedo a que se enfaden o piensen que está enferma? Una lágrima cae con el tercer golpe. Y llora todavía más con el cuarto. Éste mucho más fuerte. Le ha temblado toda la cabeza. Le duele, le duele mucho. Pero ese dolor no es nada comparado con el que siente cada vez que alguien la menosprecia o trata de impedir que sea lo que realmente es. Ese dolor es tan intenso que lleva a Paloma, desde hace algunas semanas, a autolesionarse sin darse ni cuenta de lo que está haciendo. |
- Как Палома? Девушке плохо. Почему ее родители должны давить на нее подобным образом? Они слишком
|