Han visto los libros en la tercera y cuarta planta de la FNAC y luego han caminado por la calle del Carmen hasta Sol. Ahora pasean por la Carrera de San Jerónimo y entrarán por Sevilla, para seguir por Alcalá. Ester y Félix conversan sobre mil cosas diferentes. Cada uno con su perspectiva y su manera de ver el mundo. Dos chicos tan distintos y, en cambio, parece que se entienden bien. A pesar de que a ella hay cosas que se le escapan. —¿Qué se siente al ser tan inteligente? —No lo sé. Nunca pienso sobre eso. Creo que uno mismo no puede darse cuenta de ese tipo de cosas —responde el joven, rascándose la nariz—. ¿Qué se siente al ser tan guapa? —Pues... no creo que yo... sea tan guapa. —Yo creo que lo eres. Pero ¿a que no sabes qué se siente? Pues con la inteligencia pasa lo mismo. Otra de sus teorías. A Ester cada vez que se pone en plan profesor le entran ganas de reír. A veces consigue aguantar, pero otras se parte de risa. Y él también se lo toma de diferentes maneras. Unas, le sigue el juego; otras, no comprende por qué se ríe. —Creo que debemos volver a las matemáticas. —Yo también. ¿Dónde te apetece ir? La chica echa un vistazo a su alrededor. Tienen al lado un Vips. Le pregunta a Félix si ese sitio está bien para estudiar y éste asiente. La pareja entra y se acomoda al fondo del local para estar más tranquilos. Ella pide una Coca-Cola y él, esta vez, sólo una botella de agua. Por lo de la cafeína. Rápidamente, sacan los apuntes, bolígrafos, lápices y calculadoras y comienzan a estudiar. Lo hacen casi durante una hora, en la que no se detienen ni hablan de otros temas. Hasta que Ester, tras realizar correctamente un problema muy complicado, ya no puede más. —Stop —dice, resoplando—. Veo cómo los números bailan con las letras en los cubitos de hielo. —Deben de estar pasando frío. —No, en serio, Félix. Vamos a parar. Mi mente no es como la tuya. —Es verdad. La tuya tiene una fachada mejor decorada. A la joven le cuesta entender que la está llamando guapa de una manera muy particular. Sonríe y apura el poco refresco que queda dentro de su vaso. —¿Paramos entonces? —Está bien. Pero todavía nos queda mucho trabajo y el examen es la semana que viene. —Lo sé, no me lo recuerdes. No estoy muy segura de aprobar todo —indica dubitativa—. El último año lo preparaba todo con mis amigos y no tenía problemas porque cada uno se especializaba en algo. Pero en este curso nos hemos reunido menos y eso lo estoy notando. —¿Lo hacíais todo juntos? —Sí, cada uno se preparaba una asignatura y ayudaba al resto con las demás. Nos ahorrábamos mucho trabajo y el esfuerzo era menor. —Trabajo en equipo. Pero para estudiar, que es algo individual, ¿es eficiente? —Daba resultado. Aunque este año, por varias cuestiones, no nos hemos logrado centrar todo lo que debíamos en el instituto y casi todas nuestras notas han bajado. Aun así, espero aprobarlo todo. Félix coge su vaso y bebe. Él nunca estudiaría en serio con gente alrededor. No entiende cómo les puede funcionar un método tan absurdo. —Yo prefiero encerrarme en mi cuarto y estudiar solo hasta que me sé todo. —A ti es que no te gusta mucho la gente, ¿verdad? —Mmm. Me gustas tú. Tú eres gente. Así que tengo que decir que no es verdad tu afirmación. Ester sonríe. Lo ha vuelto a hacer. Filósofo Nájera. Se nota que es un chico solitario, que prefiere desenvolverse individualmente a estar con otras personas. Pero cada vez le gusta más. Es como si estuviera haciendo un curso de aprendizaje sobre él. Ahora mismo debe de estar en segundo o tercero de Félix Nájera. Aunque si quiere aprender la asignatura completa, ha de averiguar algo que no ha dejado de inquietarle en toda la tarde. —Si te pregunto una cosa, ¿me vas a responder con sinceridad? —No lo sé. Ya sabes lo que pienso sobre las mentiras. —Vamos, Félix. Prométeme que dirás la verdad. —No puedo prometer algo que no sé si exigirá mi silencio o en lo que tendré que disfrazar la realidad. —Si me prometes no mentir, te daré algo que te va a gustar mucho. —¿El qué? —No te lo puedo decir. —No me gusta este juego. —Venga, hombre, arriesga. Deja de controlar todo lo que pasa a tu alrededor. Relájate. Yo te aseguro que, si eres sincero conmigo, te llevarás un bonito premio. El joven da otro trago a su vaso de agua. Aquello le recuerda aquel estúpido juego adolescente al que nunca jugó: verdad, atrevimiento o beso. Él estaba más pendiente de estudiar y perfeccionar sus aperturas y defensas en el tablero de ajedrez que de esas tonterías de niños con las hormonas por las nubes. Sin embargo, en esta ocasión, le pica la curiosidad. Siempre podrá mentirle si se da la ocasión. No es un problema para él. —Está bien. Pregunta. —¿Vas a decirme la verdad? —Sí. —¿No estarás mintiéndome? —No. Ester no las tiene todas consigo, pero necesita saber la respuesta a una cuestión muy importante para ella. —¿Qué piensas de Bruno Corradini? Félix tuerce el labio y arruga la frente cuando oye la pregunta. No está muy seguro de a qué viene aquello. —No tengo relación con él. —Pero ¿te cae mal? ¿Le odias por algún motivo? —¿Lo dices por lo de aquella partida de ajedrez? —Así que lo recuerdas. —Claro. Cómo iba a olvidarlo. Me hizo trampas. Me cambió un caballo y un alfil de sitio en un momento en el que me giré para toser. Cuando miré de nuevo el tablero, no me podía creer lo que había hecho. —¿Le guardas rencor por eso? —Sinceramente, sí. —Y que sacara más nota que tú en el examen final del segundo trimestre, ¿te afectó? —Lo que me afectó fue no sacar sobresaliente. Ester le mira a los ojos. Está muy serio. A lo mejor no ha sido buena idea sacarle el tema, pero ya que ha empezado el interrogatorio, debe llegar hasta el final. —¿No te molestó ni un poquito? —Me molestó más que me hiciera trampas aquel día. Eso fue muy rastrero —reconoce, prácticamente sin pestañear—. En cuanto a lo de las notas... Me gusta ser el mejor. No te voy a decir que no. Trabajo mucho para conseguirlo. No sé qué me sucedió ese día para no sacar una nota algo mayor. Fue decepcionante. La chica se da cuenta de que poco a poco está soltando una rabia contenida que hasta ahora no había mostrado. Ya tiene preparado el terreno. Es el momento de hacerle la pregunta clave para comprobar cómo reacciona. —¿Sabes que a Bruno le están mandando anónimos por Twitter? —¿Anónimos de qué tipo? —Amenazándole. Alguien se hace cuentas falsas y le envía mensajes. Llevan varias semanas molestándole. —¿Crees que soy yo el que se los envía? Sus ojos transmiten tanta frialdad como sus palabras. Sin embargo, saca su media sonrisa al instante. Eso tranquiliza a Ester, que pensaba que la fulminaría con la mirada. Así que se atreve a preguntárselo directamente. —¿Eres tú? —Mmm. No. No perdería el tiempo en algo así. —¿Me estás mintiendo? De nuevo, su sonrisa característica. Como antes. Ester trata de leerle los ojos. Sabe que se la está jugando. Que aquello no formaba parte del guion de la cita y que está poniendo en serio riesgo seguir conociéndole. —No, no te estoy mintiendo. ¿Le cree? Debe hacerlo. Tiene que confiar en Félix. Si no, debe salir de allí y no volver a quedar con él nunca más. —Muy bien. No hay más preguntas, señoría. —¿Me crees? —Sí, te creo. —Pues entonces... quiero mi premio. La tensión de esos minutos se esfuma. Hasta Félix parece relajado. Se termina el agua y se humedece los labios con la lengua. Ester se aproxima hasta él y le sonríe. Aquel chico es alguien muy singular. Realmente, le cree. No parece alguien que se dedique a hacer ese tipo de cosas. Si quisiera fastidiar a Bruno, elaboraría algo más complejo, no simples anónimos a través de las redes sociales con cuentas falsas. —Está bien. Te lo has ganado. Te mereces el premio. E inclinándose sobre él lo besa en los labios, que continúan mojados del agua que acaba de beber. Félix recibe su boca con aprecio. No parece sorprendido. Posa sus manos en la espalda de la chica y siente que ha triunfado. Aquello es lo que había soñado desde hacía tanto tiempo. Por fin, ha llegado su momento. El día E. La venganza es un plato que se sirve frío y no hay mejor venganza que besar a la chica a la que un día amó ese capullo de Bruno Corradini. |
Они посмотрели книги на третьем и четвертом этажах торгового центра, а потом прошли по улице дель Кармен до площади Соль. Сейчас они идут по улице Сан-Херонимо, а потом пойдут по улице Севилья, чтобы добраться до улицы Алкала. Juego “Verdad, Atrevimiento o Beso” – смесь игры в бутылочку и раздевалочку; разница в том, что тот, на кого указывает горлышко бутылки может выбрать правду (должен ответить правду на любой, заданный ведущим вопрос), смелость (выполнить любое указание ведущего), или поцелуй (поцеловаться с тем, кого укажет ведущий). В случае невыполнения задания человек лишается какой-либо части одежды.
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