Cuando no quiere encontrarlo, siempre tropieza con él. Y esa tarde que lo está buscando no logra dar con César. Valeria ha visitado ya varias estaciones de la línea diez y se ha subido en unos cuantos trenes, pero no ha tenido suerte. Mira el reloj de su smartphone. Al final, tendrá que volver a casa, porque se ha hecho muy tarde. Dentro de poco, Raúl la llamará desde Valencia para hablar con ella antes de la gala del festival de cortos. Próxima estación, Santiago Bernabéu. A ver si hay suerte esta vez. Si no, volverá atrás hasta Plaza de España, sin bajarse más. Mientras camina, piensa en llamarle por teléfono o enviarle un WhatsApp para preguntarle dónde está, pero descarta la idea. Él está «trabajando» y además, daría la impresión de que anda desesperada por verle. ¡No piensa ponérselo tan sencillo! Si lo encuentra, bien; y si no, para casa. No, definitivamente, no es una buena idea utilizar el móvil. En aquella estación, un hombre que podría ser su abuelo hace música con vasos de cristal de Bohemia. Está interpretando The sound of silence, de Simon y Garfunkel. Val se acerca hasta él y se detiene a escucharlo. Es increíble lo bien que suena. El señor termina el tema y mira a la chica, que sonríe y le echa una moneda de cincuenta céntimos. Él le da las gracias y se prepara para la siguiente canción. —Disculpe —le dice la joven. Se le ha pasado por la cabeza que aquel hombre puede saber algo —. ¿Ha visto usted por aquí a un par de chicos haciendo rap? —¿Uno alto con el pelo largo y otro bajito negro? Sin duda, son ellos. Valeria sonríe al escuchar la descripción del músico de los vasos. —Sí. ¿Los ha visto? —Hace un rato estuvieron por aquí. Empezaron a tocar cerca de donde yo estoy, pero por respeto se marcharon a otro lugar. —¿No sabe a qué estación? —Me parece que los escuché hablar de Plaza de España. —Mil gracias. Y me encanta lo que hace con los vasos. El hombre hace un gesto de agradecimiento con la cabeza y empieza a tocar Eyes of the tiger cuando Valeria se da la vuelta. Plaza de España. Podría haber sido más lejos o que aquel señor ni siquiera hubiera sabido nada. Se dirige de nuevo al andén; en tres minutos pasará el tren con destino a Puerta del Sur. Se ha dormido y ha vuelto a soñar con el concurso. En esta ocasión nombraban a Wendy ganadora. Ha sido todo muy extraño, porque cuando la chica salía al escenario para recibir el premio, se convertía en Marc Pons. Éste les contaba a todos que Raúl era un impostor y que ni siquiera el corto era suyo, que se lo había escrito otra persona. El toc toc en su puerta ha sido lo que le ha despertado. El joven se incorpora y se dirige a la entrada de la habitación. Abre y ve a una Wendy totalmente distinta. Se ha recogido el pelo en un moño y lleva un precioso vestido largo de noche de color melocotón. También se ha puesto tacones y se ha pintado los labios de rojo. ¡Está imponente! —Guau. —¿Te gusta? —Estás guapísima. ¡Parece que te van a dar el Oscar! —No exageres, anda. Pero no exagera. Aquella chica de cabello anaranjado parece otra. La nota nerviosa e impaciente. Le alegra verla tan guapa para salir a recibir su premio. Sin duda, se lo merece y le ayudará a subir su autoestima. —Pasa —le dice, invitándola a entrar en la habitación. Con algo de vergüenza, Wendy acepta—. Yo me he dormido. Todavía me tengo que duchar y que vestir. —Tienes tiempo de sobra. Pasan a por nosotros a las ocho y media. ¿No estás tenso? —En realidad, no demasiado. Soy un tipo bastante tranquilo. Eso y que sabe que no ganará el premio. Si no fuera así, tal vez un poco más nervioso sí que estaría.— Yo cada minuto que pasa... tengo más cosquilleo en el estómago. —Es normal. No todos los días uno llega a la final de un concurso. —En cambio, si es por ti, cualquiera diría que no pasa nada. ¿Cómo eres capaz de controlar la situación? —Ya te dije que soy un chico tranquilo —insiste, a la vez que camina hacia el baño—. Me doy una ducha rápida y salgo. ¿Me esperas? Pero ni siquiera puede responder cuando Raúl ya ha cerrado la puerta. Pasea por la habitación inquieta. Ya no sólo por la gala de esta noche... ¡Tiene a ese chico tan guapo desnudo a unos metros de distancia, separados tan sólo por una puerta! Escucha el ruido del agua. Ella sacrificaría todos los premios del mundo por estar ahí dentro con él. Y... ¿por qué no? Se muerde el dedo índice, traviesa, y mira hacia la puerta. ¿Se atreve? Aquella situación es muy tentadora y nunca tendrá una oportunidad mejor para hacer realidad una fantasía de ese tipo. Despacio, va dejando caer su vestido sobre la moqueta roja del dormitorio. Se desabrocha el sujetador y se deshace de los tacones. Por último, se quita las braguitas, que dobla y abandona encima de la cama. Completamente desnuda, gira el pomo de la puerta del cuarto de baño. La habitación se ha cubierto de un denso vapor que ha empañado el espejo totalmente. Camina bajo la niebla hasta la mampara de la ducha, donde percibe su silueta. ¡Dios! ¿Qué va a hacer? Todavía puede dar marcha atrás, pero... no lo hace. Wendy Minnesota, la chica que todo lo hace mal y a la que nadie respeta, está a punto de cometer la mayor locura de su vida. De puntillas, se introduce también en la ducha dándole un tremendo susto al chico. —Pero ¿qué haces? —grita Raúl, fijándose irremediablemente en su pecho. Su piel es muy blanca, pero le resulta bonita. —¡Yo qué sé! ¡Tengo frío! El joven coloca la alcachofa de la ducha sobre la cabeza de la chica y el agua caliente va recorriendo todo su cuerpo haciéndola entrar en calor. Wendy se quita el agarre del pelo y éste cae al suelo de la bañera, a su espalda. Está preciosa. —Debes salir de aquí. Si mi novia se entera, me mata. —No estamos haciendo nada. —¡Nos estamos duchando juntos! —Sólo eso. ¿Por qué no me besas y así le damos motivos para que se enfade de verdad? Raúl suelta una risa nerviosa, pero en seguida se encuentra con los labios de Wendy en el cuello. Y luego en su oreja. Para concluir en sus labios. La muchacha le arrebata la alcachofa de la ducha y la cuelga sobre ellos para que el agua los bañe mientras se besan. ¡Piiiiiiiiiiiiiiiii! ¡Piiiiiiiiiiiiiiiiiiii! ¡Piiiiiiiiiiiiiiiiiii! De un salto, se incorpora. ¿Dónde está? Se da la vuelta y observa el balanceo del atrapasueños en la cabecera de la cama. Luego extiende la mano, hasta que encuentra su móvil y apaga la alarma. Son las ocho menos cinco. Menos mal que la puso, porque se había quedado profundamente dormido. Tiene la sensación de que ha soñado algo, pero no recuerda el qué. Aparecía Wendy, con un vestido muy bonito, y luego... nada. No se acuerda de nada. Da igual, ahora no tiene tiempo de pensar en eso. Se tiene que duchar, vestir y, antes de irse a la gala, llamar a Valeria para decirle lo mucho que la quiere y la echa de menos. ¿Será verdad lo que dicen de los atrapasueños? Si es así, Raúl no ganará esta noche el festival de cortos, según le contó antes. Ella se lo regaló con la intención contraria, para que soñara con que sería el vencedor. «¿Puedo soñar contigo?» Aquella pregunta que le hizo es tan bonita. Valeria ha soñado infinidad de veces con él. Besándole, amándole, discutiendo, viajando... Siempre juntos. Siempre como una pareja. Y en cambio, ahora está buscando desesperadamente a otro chico que no es él porque tiene ganas de verlo. ¿Por qué lo está haciendo? Por lo que le dijo su madre de hacer lo que siente. Sólo obedece a un impulso. Por fin, el tren llega a Plaza de España. Se baja y camina por la estación con la esperanza de que esté por allí. En seguida descubre que sí. Lo ve al fondo del pasillo, detrás de los tornos, junto a la escalera. Está solo, sentado en un escalón, tocando con la guitarra una canción de Pablo Alborán. Un pequeño grupo de chicas lo observa. Como siempre, su desgarradora voz le llega al alma. —«Te he echado de menos todo este tiempo. He pensado en tu sonrisa y en tu forma de caminar.» —Y entonces también él la ve, pero continúa cantando y acariciando la guitarra. Aunque sus ojos ya sólo son para Valeria—. «Te he echado de menos. He soñado el momento de verte aquí a mi lado, dejándote llevar...» Las chicas que lo rodean le aplauden y todas le echan algún céntimo. César les da las gracias y se levanta. —Deberías presentarte a algún concurso de televisión. —No me va la fama —responde, tras darle dos besos en la mejilla. Esta vez la chica sí que los consiente—. No es por nada, pero tienes que empezar a reconocer que eres tú la que me persigue. —Ha sido una casualidad que estuvieras aquí —le miente, aunque se le nota mucho. —Pues le daré otra vez las gracias al destino por traerte hasta mí. —¿Y Nate? —Se ha tenido que ir. Marcela lo reclamaba. —Marcela es su novia, ¿no? —Sí. Es una chica encantadora, con mucho carácter, eso sí. En algunas cosas me recuerda a ti. —¿También se pone roja como yo? —Bueno... Marcela es negra. Valeria agacha la cabeza avergonzada y se tapa las mejillas, que ya nota hirviendo. César suelta una carcajada y apoya las manos en sus hombros. —Me encanta cuando haces estas cosas. —Eres un capullo —le insulta, apartándose. —Lo soy, pero te gusto. Eso lo has reconocido tú misma, ¿eh? No me estoy inventando nada. —Después de dejarme en ridículo delante de todo el instituto ya no estoy tan segura. —¿No te gustaron las rosas? —Las rosas son bonitas. Aunque el espectáculo musical que montasteis... —Los cuatro chicos son muy buenos. Tocan de vez en cuando en el metro y ganan un montón de dinero cuando lo hacen. —¿Los compraste? —Bueno, en realidad, me debían un favor —responde con una sonrisa irónica—. Pero vamos a dejar de hablar de eso y centrémonos en lo importante. ¿Te has enamorado ya de mí? |
Она вечно сталкивается с Сесаром, когда не хочет, а сегодня вечером, когда она его ищет, найти не удается. Валерия уже побывала на нескольких станциях десятой линии и поездила во многих поездах, но ей катастрофически не везет. Она смотрит на часы смартфона. Уже поздно, и нужно возвращаться домой. Скоро из Валенсии позвонит Рауль, чтобы поболтать с ней перед началом фестивального шоу. Он уснул, и ему снова приснился конкурс. На этот раз победительницей объявили Венди. Все было очень странно. Когда девушка вышла на сцену, чтобы получить награду, она превратилась в Марка Понса, который рассказал всем, что Рауль обманщик, что фильм был не его, и сценарий написал другой человек. Парня разбудил стук в дверь. Рауль встает с кровати и тащится к двери. Открыв дверь, он видит перед собой совсем другую Венди. Она собрала волосы в тугой узел и надела шикарное длинное вечернее платье персикового цвета и туфли на каблуках, а также подкрасила губы красной помадой. Венди выглядит потрясающе, она просто очаровашка! Правда ли то, что говорят о ловушках снов? Если правда, то сегодня вечером Рауль не победит на
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