—Cierro esto por hoy. —Yo también. Buenas noches, que descanses. —Buenas noches, Alba. Hasta mañana. —Hasta mañana, Bruno. La pareja se despide después de hablar por Skype durante veinte minutos. Ha sido una conversación algo insulsa. Todo lo que ha acontecido hoy lo ha sido. Y es que tiene la cabeza en otra parte. Pero es tan difícil tomar decisiones importantes. El chico bosteza y se mete en la cama con el portátil. Se tumba boca abajo, apoya la barbilla contra la almohada y espera cinco minutos para volver a encender Skype. Siente hacer aquello a espaldas de su novia, pero justo antes de marcharse vio que Ester se conectaba. Sin embargo, ella volvió a pasar de él y no le habló. ¿Con quién estará conversando todos esos días en los que no le dirige la palabra cuando se conecta? Aguarda un tiempo, esperando a ver si su amiga se anima a decirle algo. Su comportamiento es extraño. Por la tarde, le mintió a Meri contándole que había quedado con él para estudiar matemáticas. ¿Por qué lo hizo? Sea lo que sea, parece que no está dispuesta a revelárselo a ninguno de ellos. Entonces, una idea le viene a la cabeza: ¿no estará saliendo otra vez con Rodrigo? El estómago se le revuelve sólo de pensarlo. No puede ser. Pero ya dice el refrán que el hombre es el único animal que tropieza dos veces con la misma piedra. ¿Y si ha regresado con su exentrenador? Eso lo explicaría todo. —Te pillé, ¿tú no te ibas a la cama? La pregunta viene desde la cuenta de Alba. Ha estado tan pendiente de Ester que no se ha dado cuenta de que su chica ha regresado. —¿Y tú? También me habías dicho que te ibas a dormir. —¿Eso quiere decir que te has conectado otra vez porque yo ya no estaba? Bruno resopla sin saber qué contestar. Su novia le ha pillado in fraganti en Skype. Aunque ella también se ha vuelto a conectar. Es tan culpable el uno como el otro. —Podría preguntarte lo mismo, ¿no? Una petición de videollamada aparece en la pantalla del joven. Duda si aceptarla o no. Pero si no lo hace, Alba se enfadará todavía más. No le queda otro remedio a pesar de que no tiene ganas de darle explicaciones. Acepta la petición, se pone de nuevo los cascos y espera a que ella aparezca en el recuadro superior. Ya la ve. Y no muy contenta. —A ver, ¿qué te pasa hoy conmigo? Y no me vengas con historias. Has estado todo el día muy seco y distante. Te conozco, Bruno. —No sé lo que me pasa. Estoy algo cansado. Los exámenes, lo de Elísabet... —¡Venga ya! Ésa no es la verdad. Tú no eres de los que se comen la cabeza por ese tipo de cosas. Ni tampoco creo que sea por los anónimos que recibes en Twitter. Algo te pasa conmigo y no me lo quieres contar. —No es nada, de verdad. La chica no le cree. Acerca su rostro a la cam y le habla directa y sinceramente a los ojos. —¿Sabes por qué me he vuelto a conectar? —No, ¿por qué? —Porque tenía la intuición de que volverías a conectarte tú. Lo he notado en cuanto te has despedido. Tenía la impresión de que estabas deseando deshacerte de mí esta noche. No has estado nada cariñoso. Como si hablaras conmigo por obligación. —Yo... estoy hecho un lío, Alba. —¡Pues cuéntamelo! ¡Dime qué te pasa! Se tapa la boca nerviosa y luego se despeina su media melena rubia al intentar retocársela con las manos, mientras Bruno decide por dónde debe empezar a contarle. —No estoy muy seguro... de lo que siento por ti. Aquellas diez palabras hielan la sangre de la chica. Lo sospechaba. Sabía que algo no iba bien. Pero oírlo de su boca es difícil de soportar. Le cuesta no venirse abajo delante de la pantalla. —¿No me quieres? —pregunta, temblando. —Creo que no me he llegado a enamorar de ti. Me gustas mucho. Pero me parece que esto que siento no es amor. —¿Estás seguro? —No, no lo estoy del todo. Ya te digo que tengo un gran lío en la cabeza. —Uff. Por lo menos, ahora estás siendo sincero. Sí, puede que por primera vez lo esté siendo. Lo ha pasado muy bien con Alba en esos dos meses y algunos días que llevan saliendo. Y siente un cariño muy especial hacia ella. Pero ¿basta para mantener una relación? —Siento mucho todo esto. No te lo mereces. —No te preocupes. Estoy bien. Pero no lo está. La chica baja la cabeza y comienza a llorar desconsoladamente. Se tapa la cara con las manos, que se van mojando con cada una de sus lágrimas. Ella sí que está enamorada. Sí que le quiere. Bruno la observa con el corazón encogido. Escucha su llanto a través de los auriculares y se maldice a sí mismo por hacerle daño. Alba es buena y generosa. La que ha logrado unir otra vez a los Incomprendidos. Preciosa, inteligente... Una chica por encima de sus posibilidades. Sin embargo, no la ama. No siente mariposas en el estómago como, por ejemplo, sí siente cuando está cerca de Ester. —Tranquila. No llores, por favor —le dice con dulzura. —Ya se me pasará —responde, secándose los ojos con la camiseta. —Perdóname. Esto no debería ser así. —No tengo nada que perdonarte, Bruno. Nadie puede controlar de quién se enamora y de quién no. Estar contigo es la mayor locura y lo más sensato que he hecho en mi vida. Y mira que he hecho y me han pasado cosas. Me siento bien cuando me abrazas o me das un beso. Pero no puedo obligarte a quererme. Y tras pronunciar la última frase, de nuevo se echa a llorar. En esta ocasión, no aguanta quedarse delante de la cámara. Se levanta de la silla y sale del cuarto. El chico espera su regreso compungido. No es justo para Alba sufrir de aquella manera. ¿Y si intentan darse otra oportunidad? ¿Y si sigue tratando de quererla? Ha escuchado que en una relación el amor termina apagándose con el tiempo y quedan otras cosas. ¿Por qué no puede ser al revés? Su amor podría ir creciendo con el paso de los días hasta llegar a amarla de verdad. Es una chica increíble y le gusta. Los cimientos están bien puestos. Sólo falta construir el resto de la casa. —Hola —le saluda Alba, quince minutos después. Tiene los ojos hinchados. —Hola. Estaba empezando a preocuparme. —Lo siento. No me gusta que me veas mal. —A mí tampoco me gusta. —Estoy horriblemente fea. —Estás muy guapa. Siempre lo estás. —No es verdad. —Tienes razón. Cuando tenías el pelo azul no me gustabas tanto. Mira que te quedaba mal. —Qué tonto. Aquello le saca una sonrisa. Pero también una angustia abrasadora en mitad del pecho. No llevan tanto tiempo juntos como para añorar demasiadas cosas, aunque sí lo suficiente como para recordarlas y haber creado un pequeño pasado en común. Lo echará muchísimo de menos. Sin embargo... —He estado pensándolo mejor. No quiero abandonar lo nuestro. —¿Qué? —Que me he precipitado. —¿Cómo? Pero si has dicho que no... —Tú me gustas. Y me lo paso muy bien contigo. Quiero seguir intentándolo, Alba. —¿Me lo dices en serio? —Sí. Quiero enamorarme de ti. —Eso no es algo que se quiera, Bruno. Es algo que se siente. —Pues quiero sentirlo. —Si se fuerza, no dará resultado. —No voy a forzar nada. Sólo quiero continuar siendo tu novio y tratar de ser lo más feliz posible contigo. Somos muy jóvenes. Seguramente, los sentimientos irán y vendrán de una manera y de otra. Estoy muy a gusto a tu lado y eres mi primera novia. Suena muy bien. Quiero que eso siga siendo así. —¿Estás seguro? —Sí. Lo estoy. —No quiero que sigamos juntos porque te dé pena. —Nunca haría eso. Y menos, una vez que sabes lo que me pasa. —¿Cómo has cambiado de opinión tan deprisa? —Porque cuando te he visto llorar y te has ido, estaba deseando que volvieras y hacerte reír. Aquello la emociona. Es muy bonito lo que acaba de decirle. La chica vuelve a sonreír. Se le escapa alguna lagrimilla, pero esta vez es de felicidad. Felicidad moderada. Aunque está contenta por recuperar lo que creía que había perdido para siempre, se siente insegura. No es fácil asimilar que el chico al que quieres y con quien estás compartiendo tu vida te diga que no siente lo mismo por ti. —Si te cansas de mí, avísame. —Te mandaré un WhatsApp. —No seas tonto. Esto es muy serio. ¿Lo seguimos intentando entonces? —Si tú quieres, sí. —Claro que quiero. Yo te amo, Bruno. —Y yo quiero amarte, Alba. A los dos se les forma un nudo en la garganta al mismo tiempo. Sin haber terminado la primera parte, se dan una segunda oportunidad. —¿Decidido? ¿De verdad? —Sí, decidido. Aquélla es la decisión que tenía que tomar. Su nuevo objetivo. Algo por lo que pelear. Alba lo merece. Merece a un chico que la quiera y se entregue como ella lo hace. No está enamorado, lo sabe. Pero puede llegar a estarlo. Quizá, ese instante en el que vive ahora sea lo más cercano que ha estado de amar a esa chica tan diferente al resto. Ha comprendido muchas cosas al planteárselas conscientemente. Aquella conversación podría significar un antes y un después en su vida. Lo sabe y lo mejor es que le ilusiona. |
- На сегодня хватит. Отключаюсь. comerse la cabeza – ломать себе голову, заморачиваться
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© Перевод — Вера Голубкова