Nunca se ama a una persona como cuando uno es joven. Sin embargo, los adolescentes de hoy en día son inestables e incapaces de mantener una relación duradera. Son exagerados, sufridos, incoherentes e indecisos. Cambian más de pareja que de calcetines. A un chico o a una chica adolescente no ha dejado de gustarle alguien, cuando ya se ha enamorado del siguiente. Una gran parte está con su novia o novio pensando en otro o en otra que creen que le gusta más, mientras planea cómo escapar de su actual relación. Eso es así. No me digáis que no... —¡Pues claro que te digo que no! ¡No tienes ni idea de lo que dices! —No grites, por favor. Vas a despertar a mis hermanos pequeños de la siesta y se ponen muy pesados. —Es que este tío me está poniendo nerviosa —dice Alba, tumbada en la cama, con la cabeza sobre el pecho de Bruno—. Con sesenta años, ¿cómo puede saber lo que siente un chico de nuestra edad? —Porque es psicólogo y también ha sido joven. —Que sea psicólogo no le da la razón absoluta. —Por supuesto. Pero imagino que habrá hecho análisis y diferentes estudios para vernos de esa manera. —¿Tú crees de verdad que eso que está diciendo es cierto? —Lo que digo es que tendrá sus motivos para opinar así. —Ya. Pero ¿tú qué opinas? —le pregunta, sentándose en el colchón y observando fijamente a su novio, que sigue pendiente de la televisión. —¿Respecto a qué? —A que los adolescentes somos unos promiscuos. —No ha dicho eso. —Ah, ¿no? Pues yo lo he entendido así. —Has entendido mal. Lo que ha dicho es que los jóvenes nos enamoramos y desenamoramos con mucha facilidad. Yo en eso estoy de acuerdo. —Me parece que estamos viendo un programa distinto —señala la chica, sonriendo irónicamente —. Y tampoco estoy de acuerdo para nada en eso que tú opinas. —No tienes que estar de acuerdo conmigo en todo, ni darme la razón. Es sólo mi opinión, que coincide con la de este hombre. —Este hombre y este programa son una basura. —Pues quítalo. A mí me da igual. Alba protesta en voz baja y mueve la cabeza de un lado a otro. Alcanza el mando a distancia que tiene Bruno bajo el brazo y cambia de canal. Lo deja en Kiss TV, donde están poniendo el videoclip Made in America de las hermanas Cimorelli. Es uno de sus grupos preferidos. —Me encanta esta canción. —No está mal. —Bruno se pone de pie—. Ahora vengo. —¿Dónde vas? —A por algo de beber, ¿tú quieres? —Vale. Un zumo de naranja, ¿puede ser? —Sí. Me parece que hay. Ahora te lo traigo. —Gracias, amor... Oye, no te habrás enfadado, ¿verdad? —¿Por qué me iba a enfadar? —No sé, te veo raro. Como si hoy te molestara todo lo que digo. —Son imaginaciones tuyas —contesta Bruno al tiempo que abre la puerta de la habitación—. Vuelvo en seguida. El chico sale del cuarto y camina hasta la cocina. Mira en la nevera y alcanza una botella de zumo. Llena un vaso y se lo bebe de golpe. Es cierto lo que piensa Alba. Hoy le molesta todo lo que dice. Y no se explica por qué. Le pasó durante la comida, luego hablando sobre Elísabet en la habitación y ahora mientras veían la tele. Lleva todo el día distraído, ausente. Pensando en temas en los que quizá no debería pensar. —Qué manía tienes con dejarte el frigorífico abierto. ¡Y no andes descalzo por la casa! Vas a resfriarte. —Estamos en mayo, mamá. Y no voy descalzo, llevo calcetines. —Da igual. Eso es ir descalzo. —Lo que tú digas. Si su madre se empeña en algo, es inútil llevarle la contraria. Además, no le apetece discutir con ella. Llena de nuevo su vaso hasta arriba, pone zumo en otro y guarda la botella en el frigorífico. —¿Por qué estás tan serio? —Soy un chico serio, mamá. —Y no sé a quién habrás salido. A tu madre, no, desde luego —comenta Esperanza, limpiando las dos gotitas de zumo de naranja que su hijo ha derramado encima de la mesa—. ¿Tienes problemas con tu novia? —No. No los tengo. —Puedes contármelo, ¿eh? Soy tu madre. —Precisamente por eso, no te contaría nada si tuviera problemas con Alba. —Qué mal me tratas, hijo. No me tienes en cuenta para nada— protesta la mujer, frotándose la frente—. Yo, que sólo quiero ayudarte. —Tú lo que quieres es cotillear. —Sabes que no, Bruno. Soy la persona más discreta del mundo. —Sí, mamá, sí. —No creo que sea nada malo querer estar informada de lo que le pasa a mi hijo con su novia, ¿no? —¡Pero es que no me pasa nada! ¡Qué pesada! —¡No grites, que vas a despertar a tus hermanos! —¡Si estás gritando tú más que yo! La mujer chasquea la lengua y se acerca a Bruno, tanto, que tropieza con él y está a punto de tirar los dos vasos de zumo al suelo. —¿Estás seguro de que quieres a esa chica? —le dice Esperanza en voz baja. —Mamá, cómo me preguntas eso. —Porque soy tu madre y te conozco. —Eso es algo que... —¿La quieres de verdad o sólo es una más? ¡Una más! ¡Como si tuviera una lista de novias interminable! Alba es la primera y única chica con la que ha estado. Sin embargo, lo que su madre le ha preguntado no tiene una respuesta tan clara. ¿La quiere de verdad? —¡Bruno! ¡Aquí estoy! Aquellos gritos son de Alba. Llegan desde una de las mesas esquinadas de la cafetería de la librería La Central. Allí es donde han quedado para hablar. Un sitio tranquilo, de tertulias a media voz, repleto de libros para todos los gustos. Con un espresso doble quizá vea las cosas de otra manera. Porque desde anoche todo se ha vuelto muy confuso en su vida. Ester lo besó y le pidió que fuera su novio, antes de salir corriendo sin darle explicaciones. Esta mañana han hablado en el recreo del instituto y la conclusión ha sido que no deben ser pareja, sólo amigos. Aún se pregunta si todo aquello ha sido un sueño. Lo parece. El mejor momento de su vida apenas duró unos minutos. Y no le queda más remedio que aceptarlo pese a que su corazón continúa latiendo muy deprisa y se niega a asumirlo. —Hola, Alba —dice, dándole dos besos, antes de sentarse frente a ella. Se ha puesto muy guapa para la ocasión: un vestido rojo y medias negras. Se ha pintado un poquito los labios del mismo color que el vestido y también se ha maquillado los ojos, para resaltarlos. Nunca se los había visto tan claros. En cambio, sigue sin gustarle aquel pelo azul horrible, que ha intentado adornar con una pequeña florecilla granate. —Me alegro mucho de que hayas venido —dice la joven, con una gran sonrisa—. Creía que después de hacerte ver una victoria del Atleti en directo no querrías volver a saber de mí. —Tuvisteis suerte. —Ya, suerte. Yo lo llamo calidad. —¿Calidad? Miranda todavía no sabe ni con qué le dio para meter el gol. —Como te metas con João, acabaremos mal —le advierte muy seria, aunque rápidamente sonríe otra vez—. Además, gracias a él te llevaste un beso de regalo. ¿O es que ya te has olvidado de eso? Es difícil olvidarse de algo así. La vida está llena de sorpresas y de historias difíciles de explicar. Por la mañana, le besó Alba. Por la tarde, lo hizo Ester. Dos chicas preciosas e inalcanzables para un tipo como él, que jamás había besado a nadie. En cambio, eso sucedió en el mismo día. En aquel extraño domingo de marzo. —No, claro que no lo he hecho. —No sé para ti, Bruno. Pero para mí fue algo bonito y muy especial —comenta Alba, a la que se ve ilusionada y algo nerviosa—. No voy besando a todo el mundo que se me pone por delante. —Imagino que no. —Si te besé, fue porque realmente me gustas. —Yo también te he cogido cariño. —Lo mío no es cariño, Bruno. Es algo más. Te hablo de sentimientos, de un cosquilleo en el estómago. Me gustas de verdad y... quiero una oportunidad. Y la oportunidad llegó. Así de sencillo. Así de rápido. ¿Por qué no? Nunca había tenido novia y aquella chica le gustaba. No la amaba. Ni siquiera era la número uno en sus preferencias. Pero era una buena manera de intentar olvidarse de Ester. De probar si su corazón y su cabeza eran capaces de cambiar de opinión. El tiempo se encargaría de todo. ¿No es lo que dicen? Sin embargo, más de dos meses después, continúa sin alcanzar a sentir por Alba lo que un día sintió por su querida Ester. No logra enamorarse de ella. Y eso empieza a resultar difícil de llevar. No le quedará más remedio que tomar una decisión pronto. Pero ¿cuál? |
Человек никогда никого не любит так, как в юности. Однако сегодняшние подростки неуравновешенны; они не способны поддерживать длительные, прочные и стабильные связи. Они непоследовательны, нерешительны, постоянно маются, сомневаются, мечутся. Они меняют свою пару чаще чем носки. Юноши и девушки, еще не успев разлюбить одного, уже влюбляются в другого. Многие из них, находясь со своей девушкой или парнем, думают о другой или другом, которые, как они считают, нравится им больше, планируя при этом, как бы избавиться от существующих отношений. Это так, и не говорите мне, что нет... - Бруно! Я здесь!
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© Перевод — Вера Голубкова