Кастилья, скромный портовый служащий, выходящий на пенсию, владеет экземпляром старого журнала, который Сильва, его новый молодой босс, хочет купить у него любой ценой, чтобы пополнить свою драгоценную коллекцию. Однако Кастилия отклоняет предложение, чтобы преподать ему урок, показывая ему, что не все в жизни имеет свою цену. Заманчивые предложения ее навязчивого босса вызовут конфликт между Кастилией и ее семьей.
Castilla, modesto empleado portuario a punto de jubilarse, posee un ejemplar de una vieja revista que Silva, su nuevo y joven jefe, quiere comprarle a toda costa para completar su preciada colección. Sin embargo, Castilla rechaza la oferta con el fin de darle una lección, demostrándole que no todo en la vida tiene un precio. Las tentadoras ofertas de su obsesivo jefe provocarán un conflicto entre Castilla y su familia.
Cuestion de Principios: смотреть на испанском
Reseñas
"Una historia a pie de calle destinada al gran público, con demasiadas redundancias informativas y rodada por Grande a través de un vulgar convencionalismo"
"Grande, tiene la precaución de amabilizar también su cámara, incidir en el tono y el color de la comedia (aunque, en el fondo, no lo sea) y permitirle a sus buenos intérpretes que se recreen en la suerte de su texto
"Si bien un tanto dilatada en algunos tramos narrativos, el ingenio de los diálogos y su pareja protagonista elevan el tono de una función sobre la ética en tiempos de pura estética"
“Cuestión de principios” combina varias líneas narrativas que circulan por los canales de la comedia dramática. Estética y narrativamente, es una película convencionalmente clásica, que se parece a los valores que encarna su protagonista principal, un impecable Federico Luppi que apela a su no tan frecuente costado de comediante.
Basada en un cuento de Fontanarrosa, se trata de una historia que transcurre en medio de las transformaciones empresariales que se impusieron en los años noventa, desde lo edilicio y estructural hasta lo gerencial.Federico Luppi es un empleado de la guardia vieja, que a pesar de sus méritos nunca ha ascendido a un puesto relevante en su trabajo. El lugar que podría haberle correspondido, le toca al personaje de Pablo Echarri, un joven empresario yuppie, que desembarca en la renovada empresa, luego de varios posgrados europeos, que lo han adiestrado sobre las reglas del marketing y el cinismo. Vive solo y como hobbies obsesivos acumula algunos objetos especiales. El conflicto surge el día en que se entera de que su empleado posee una revista antigua, precisamente la única que le falta para completar su colección privada. Cuando quiere comprarla, Luppi se niega porque ésta tiene para él un valor sentimental.
Pero el jefe no se resigna y la dignidad del personaje de Luppi se pone a prueba. Su mujer es la primera en presionarlo para que acepte las sumas cada vez más elevadas de dinero que le ofrece Echarri.
Las idas y vueltas sobre este dilema ético instalan un tenso suspenso que gira en torno de la decisión final que tomará el protagonista.
Un costumbrismo risueño es el tono dominante en toda la película, el mismo que a Fontanarrosa le servía para observar personajes de la vida cotidiana, con ingenio y humor.La parodia tiene un costado agudamente crítico, pero la mirada es siempre tiernamente humana.
Técnicamente la película no tiene mayores objeciones, destacando el montaje, lo que no es de extrañar estando la firma de Miguel Pérez, uno de los mayores referentes del rubro. La banda sonora hace un uso desprejuiciado de música clásica junto a temas de otras épocas como “Venecia sin ti” o un garboso pasodoble, que construyen un tono “angeladamente” costumbrista. A pesar de alguna que otra frase un poco ampulosa, la película se gana igualmente el corazón de la platea.