La película ha sido muy mala. Prácticamente, no se ha enterado de nada. Lo mejor, la hamburguesa de después con sus amigos, aunque el besuqueo constante entre Alba y Bruno no le ha gustado. Pese a que llevan ya unas cuantas semanas juntos, Ester no se acostumbra a verlos tan acaramelados. Y pensar que... mejor no darle muchas vueltas. Son más de las once de la noche y mañana hay clase. Se le ha hecho demasiado tarde. Se acerca hasta su ordenador y lo enciende. ¿Estará conectado como le dijo? Hace unos minutos le ha escrito un WhatsApp pero no le ha contestado. Aquel chico es realmente extraño. Siempre lo ha pensado, a pesar de que desde que hablan a menudo ha cambiado la impresión que tenía sobre él. Repasa los últimos mensajes en su móvil y lee otra vez el que dice que le gusta. ¡Le gusta! ¿Será verdad? No se fía. Su vida amorosa ha sido un desastre. ¿Por qué ahora iba a ser diferente? Además, no está segura de lo que siente su corazón. ¡Qué lío! Entra en Skype y lo ve entre sus amigos disponibles. También está Bruno conectado, pero no es a él a quien escribe. —Buenas noches, Félix. ¿Estás despierto? La respuesta viene en forma de petición de videollamada. Le da a aceptar y en unos pocos segundos aparece un chico con el pelo corto y castaño. Posee cierto aire a Alex Goot tras sus gafas de montura negra. Sus ojos azules se ven más claros con el fondo oscuro que se extiende en la pantalla. Tiene un hoyuelo en la mejilla izquierda y una cicatriz en la barbilla. Se percibe un intento de barba, sin mucho éxito de momento. No es muy guapo, pero resulta interesante. —Hola, Ester —dice el joven, colocándose los cascos. Su voz es profunda y firme. La chica lo imita y también conecta sus auriculares al ordenador. Su media sonrisa le atrae. Le da cierto misterio. —Gracias por quedarte despierto. —No te preocupes, estaba estudiando. —Como siempre —comenta Ester, haciendo un gesto con la cabeza de «lo debí haber imaginado»—. ¿Alguna vez has sacado menos de un nueve? Félix Nájera es el número uno de su clase. Un empollón de los de verdad. De esos que salen voluntarios para todo y para quienes un notable es una mala nota. —Claro. Tres veces. —¡Tres veces! ¡Dios! ¿Y pudiste dormir? —pregunta Ester irónica. —Si te soy sincero..., no. —Esto... Estaba bromeando. —Yo también. La media sonrisa de Félix regresa a su rostro. No, no bromeaba. Sólo tres veces en los cinco años que lleva en el instituto no sacó un sobresaliente. La primera, en el examen final de Lengua de tercero de la ESO; la segunda, en Educación Física, el año pasado; y la tercera, en el examen del segundo trimestre de Matemáticas. Y ninguna de esas noches pudo pegar ojo. —¿No sientes demasiada presión con todo eso? —¿Qué quieres decir? —Pues que tener que sacar siempre sobresaliente en cada examen debe de ser agotador para tu cabeza. —Sí, lo es. Pero es lo que tengo que hacer y lo hago. —¿Es por tus padres? —No, ellos me dicen que no estudie tanto. Es la primera vez que escucha algo así. Unos padres que le piden a su hijo que no estudie tanto. Eso significa que lo de Félix debe de rayar la obsesión. —Entonces, ¿qué te obliga a sacar esas notas tan altas? —Yo mismo —dice, ajustándose las gafas—. Soy yo mismo el que me exijo no bajar la guardia en los estudios. —Es impresionante que tengas esa fuerza de voluntad. Te admiro. Aquel comentario parece que pone nervioso al chico, que desvía la mirada de la cámara hacia un lado. Aunque en seguida vuelve a fijarse en Ester. —Bueno, dejemos de hablar de mí y hablemos de nosotros. ¿Qué piensas sobre lo que te dije antes?— ¿Lo del WhatsApp? —Sí. Eso. —Pues... —No te fías de mí —se aventura a decir Félix, sin esperar la respuesta de Ester. —No es eso. Lo que pasa es que... —Te han hecho daño y ahora no te atreves a salir con nadie. —Tampoco es así, exactamente. —¿Y qué es? Cuéntamelo, por favor. —La verdad es que... me han hecho daño, sí. No te lo voy a negar —indica, recordando la historia con Rodrigo, su exentrenador de voleibol—. Pero... bueno, es difícil de explicar. La explicación, a decir verdad, es inconfesable y más bien sencilla. Se resume en un nombre y un apellido: Bruno Corradini. ¿Qué siente por él? ¿Por qué cada día revive aquella noche en su mente? Aquella noche de marzo que una vez tras otra se introduce en su cabeza y hasta el momento ha sido incapaz de olvidar. —Bruno, me gustas; ¿quieres ser mi novio? El chico no puede creer lo que acaba de oír. Aquellas palabras son las mismas con las que ha soñado desde que conoce a Ester. ¿No será un sueño de verdad? No, ella está allí, delante de él, con los ojos iluminados, agitada, sin aliento. Tan guapa como siempre y con ese flequillo tan característico. —¿Me lo estás... diciendo... en serio? Es todo lo que logra pronunciar. Tiene la sensación de encontrarse en una nube. En una dimensión paralela en la que surge lo imposible. —Sí. Totalmente en serio. Sé que no me he portado demasiado bien contigo... —No digas eso. —Es la verdad. Tú me has apoyado siempre. Has estado a mi lado cuando lo he necesitado. Y me he dado cuenta de que me gustas más que como amigo. Quiero que seamos una pareja. Ester se emociona cuando habla y no es capaz de aguantar algunas lágrimas. Él ha sido muy importante desde que llegó a la ciudad. ¿Cómo no se dio cuenta antes? —Esto es una gran sorpresa. —Lo sé. Y perdona por atreverme a lanzarme de esta manera. Te estoy poniendo en un compromiso. Pero... tenía que decírtelo. La chica llora mientras habla. Él la observa ensimismado. Es increíble que aquello esté ocurriendo. Se acerca hasta su amiga y la abraza con delicadeza. Ella apoya la cabeza en su hombro y cierra los ojos. Así permanecen unos segundos. Quietos. En silencio. No existe nada más en ese instante para ninguno de los dos. Sólo hay una forma de acabar con aquel abrazo eterno, un beso. Ester es la que da el primer paso, la que busca la boca de Bruno. El joven se deja llevar y sus labios se unen en la noche de Madrid. Es amor. Un amor que no entiende de trucos, simplemente es magia. —¿Qué es eso? —pregunta ella con una sonrisa, separándose unos centímetros de él, al sentir un cosquilleo. —Eso es... mi móvil. —Cógelo. —No, da igual. —Va, cógelo. No vaya a ser que sea importante. Bruno acaba aceptando y saca su teléfono del bolsillo de la sudadera. Da un respingo cuando comprueba que la que le está llamando es Alba. —¿Sí? —¡Hola! ¿Me echabas de menos? El chico le indica a Ester que es su amiga la que está al otro lado del móvil. Una terrible sensación de culpa la invade de pronto. Hace sólo unas horas hablaron de Bruno. Ella le dijo que no le gustaba, que no le importaba que se declarase, que saliesen juntos. Y sin embargo..., acaba de besarlo, de pedirle que sea su novio. ¿Qué ha hecho? Ella, que se supone que es una buena persona, una buena amiga..., ha vuelto a traicionar a alguien. Alba no se lo perdonará jamás. ¿Y Bruno? ¿Le gusta tanto como para inmiscuirse entre él y la chica del pelo azul? Mientras lo ve hablar por teléfono con Alba, se va sintiendo cada vez peor. ¿No debería ser aquél el mejor momento de su vida? —¿Qué tal ha ido la grabación del corto? —Muy bien. ¡Ya hemos terminado! —Genial. —Sí, tengo ganas de ver el montaje que hará Raúl. ¡La escena final es loquísima! Ester observa su sonrisa mientras conversa con Alba. Ellos harían una gran pareja. Y ella..., ella ha vuelto a meter la pata. ¡En qué demonios estaría pensando! Ha tenido su oportunidad durante mucho tiempo. Desde aquella carta. Y ha pasado de él. No lo merece. Bruno merece a alguien mejor que ella. —Oye, Alba, ¿te importa que hablemos mañana? —Sí, claro..., pero... —Pero ¿qué? —Ais. No quería decirte nada por teléfono... Preferiría contártelo en persona... Tengo que explicarte algo. —¿Qué es lo que me tienes que decir? En ese instante, Ester contempla a su amigo, que le sonríe, y sin despedirse ni explicarle el motivo, sale corriendo lo más rápido que sus piernas le permiten. En unos segundos desaparece de la vista de Bruno, que asiste atónito a su huida. —Me gustas. Me gustas mucho. Y quiero que seamos novios. |
Фильм был отвратительным, практически ни о чем. Хорошо еще, что после фильма она съела - Бруно, ты мне нравишься, хочешь быть моим парнем? bajar la guardia – расслабляться
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© Перевод — Вера Голубкова