Torquemada en la cruz

Benito Pérez Galdós

Торквемада на кресте

Перевод М. Абезгауз

IX

Fue preciso llevar a D. José Donoso como parlamentario. Fiadas en la autoridad del amigo de la casa, las dos hermanas le encerraron con Rafael, y aguardaron ansiosas el resultado de la conferencia, no menos grave para ellas que si se tratara de celebrar paces entre guerreras naciones enemigas. Estupendo fue el discurso de D. José, y no quedó argumento de agudo filo que no emplease con destreza de tirador diplomático... ¡Ah, no estaban los tiempos para mirar mucho a la desigualdad de los orígenes! Casos mil de tolerancia en punto a orígenes podía citar... Él, Pepe Donoso, era hijo de humildes labradores de tierra de Campos, y había casado con [211] Justina, de la familia ilustre de los Pipaones de Treviño, y sobrina carnal del conde de Villaociosa. Y en la propia estirpe de los Águilas, ejemplos elocuentísimos podrían citarse. Su tía (de Rafael) su tía doña Bárbara de la Torre-Auñón, había casado con Sánchez Regúlez, cuyo padre dicen que fue fabricante de albardas en Sevilla. Y en último caso, ¡Señor!, él debía someterse ciegamente a cuanto dispusiera su hermana Cruz, aquella mujer sin par, que luchaba heroicamente por salvarlos a los tres de la miseria... Tocó el hábil negociador varios registros, atacándole ya por la ternura, ya por el miedo, y tan pronto empleaba el blando mimo como la amenaza rigurosa. Mas al fin, afónico de tanto perorar, y exhausto el entendimiento del horroroso consumo de ideas, hubo de retirarse del palenque sin conseguir nada. A su especiosa dialéctica contestaba el ciego con las afirmaciones o negativas rotundas que le sugería su indomable terquedad, y cada cual se quedó con sus opiniones, el uno sin ganar un palmo de terreno, ni perderlo el otro, firme y dueño absoluto en el campo en que bravamente se batía. Terminó Rafael su vigorosa jornada defensiva, asentando con fuertes palmetazos sobre el brazo del sillón y sobre su propio muslo que jamás, jamás, jamás transigiría [212] con aquel sabandijo infame que querían introducir estúpidamente en su honrada familia, y no se recató de emplear tintas muy negras en la breve pintura que del sujeto discutido hizo, sacando a relucir la ignominia de sus riquezas, amasadas con la sangre del pobre...
     «¡Pero, hijo, si vamos a buscarle el pelo al huevo...! Tú estás en babia... Te cojo del suelo, y te vuelvo a poner en las pajitas del nido de que acabas de caerte... Sí, porque meterse a indagar de dónde viene la riqueza... es tontería mayúscula. Ven acá... ¿No andan por ahí muchos, que son senadores vitalicios, y hasta marqueses, con cada escudo que mete miedo? ¿Y quién se acuerda de que unos se redondearon vendiendo negros, otros absorbiendo con el chupón de la usura las fortunas desleídas? Tú no vives en la realidad. Si recobraras la vista, verías que el mundo ha marchado, y que te quedaste atrás, con las ideas de tu tiempo amojamadas en la mollera. Te figuras la sociedad conforme al criterio de tu infancia o de tu adolescencia, informadas en el puro quijotismo, y no es eso, Señor, no es eso. Abre tus ojos; digo, los ojos no puedes abrirlos; abre de par en par tu espíritu a la tolerancia, a las transacciones que nos impone la realidad, y sin las cuales no [213] podríamos existir... Se vive de las ideas generales, no de las propias exclusivamente, y los que pretenden vivir de las propias exclusivamente, suelen dar con ellas y con sus cuerpos en un manicomio. He dicho».
     Desconcertado, y sin ganas de proseguir batiéndose con enemigo tan bien guarnecido entre cuatro piedras, otras tantas ideas duras e inconmovibles, abandonó Donoso el campo, con las manos en la cabeza, como vulgarmente se dice. Era para él derrota ignominiosa el no haber triunfado de aquel mezquino ser, a quien en otras circunstancias y por otros motivos habría reducido con una palabra. Pero disimuló ante las dos hermanas el descalabro de su amor propio, tranquilizándolas con vagas expresiones... Adelante con los faroles, que si el joven no cedía por el momento, el tiempo y la lógica de los hechos le harían ceder... Y en último caso, Señor, ¿qué podría el testarudo aristócrata contra la firme voluntad de sus dos hermanas, que veían claro el campo entero de la vida y los caminos abiertos y por abrir? Nada, nada; valor y adelante; no era cosa de subordinar el bien de todos, el bien colectivo, a la genialidad mimosa del que no era en la casa más que un niño adorable. Finalmente: como a niño había que tratarle en aquellas graves circunstancias. [214]
     Cruz no tenía sosiego. Mientras presurosas arreglaban el comedor, poniendo en su sitio los diversos objetos rescatados y traídos por Bernardina de las casas de préstamos, acordaron suprimir, o por lo menos aplazar, el convite a D. Francisco, pues bien podía suceder que surgiera en mitad del festín algún desagradable incidente. Y aquel mismo día, si no mienten las crónicas, recibió Fidela del bárbaro una carta que ambas hermanas leyeron y comentaron, encontrando en ella mejor gramática y estilo de lo que en buena lógica debía esperarse.
     «No -dijo Cruz-, si de tonto no tiene nada».
     -Puede que se la haya redactado algún amigo de más práctica que él en cosas de escritura.
     -No; suya es: lo juraría. Esos dilemas, y esos objetivos, y esos aspectos de las cosas, lo mismo que las bases, bajo las cuales quiere fundar tu felicidad, obra son de su caletre. Pero no está mal la epístola. Pues anoche, hasta ingenioso estuvo el pobre. ¡Y cómo se va soltando, y qué rasgos de buen sentido y observación justa! Te aseguro que hay hombres infinitamente peores, y partidos que sólo ganan a este en las mentirosas apariencias.
     La casa iba perdiendo de hora en hora su [215] ambiente de miseria. Aparecieron colchas y cortinajes, que arrugados volvían de su larga prisión; ropas de uso, que ya resultaban anticuadas, por aquello de que cambian más pronto las modas que la fortuna; dejáronse ver los cubiertos de plata, por largo tiempo en lastimosa emigración, y vajillas y cristalería que incólumes volvían del largo cautiverio.
     De todo se enteraba Rafael, conociendo la vuelta de la loza por el sonido, y la de la ropa por el tufo de alcanfor que al ser desdoblada despedía. Triste y caviloso presenciaba, si así puede decirse, la restauración de la casa, aquella vuelta a las prosperidades de antaño, o a un bienestar que habría sido para él motivo de júbilo, si las causas del repentino cambio fueran otras. Pero lo que le llenaba el alma de amargura era no advertir en su hermana Fidela aquel abatimiento y consternación que él creía lógicos ante el horrendo sacrificio. ¡Incomprensible fenómeno! Fidela no parecía disgustada, ni siquiera inquieta, como si no se hubiese hecho cargo aún de la gravedad del suceso, antes temido que anunciado. Sin duda, los seis años de miseria habíanla retrotraído a la infancia, dejándola incapaz de comprender ninguna cosa seria y de responsabilidad. Y de este modo se explicaba [216] Rafael su conducta, porque la sentía más que nunca tocada de ligereza infantil. En sus breves ratos de ocio, la señorita jugaba con las muñecas, haciendo tomar a su hermano participación en tan frívolo ejercicio, y las vestía y desnudaba, figurando llevarlas a visita, al baño, de paseo y a dormir; comía con ellas mil fruslerías extravagantes, en verdad más propias de mujeres de trapo que de personas vivas. Y cuando no jugaba, su conducta era de una extremada volubilidad; no hacía más que agitarse y correr de un lado para otro, echándose a reír por fútiles motivos, o excitándose a la risa sin motivo alguno. Esto indignaba al ciego, que, adorándola siempre, habríala querido más reflexiva ante las responsabilidades de la existencia, ante aquel atroz compromiso de casarse con un hombre a quien no amaba ni amar podía.
     La señorita del Águila, en efecto, veía en su proyectado enlace tan sólo una obligación más, sobre las muchas que ya sobre ella pesaban, algo como el barrer los suelos, mondar las patatas y planchar las camisolas de su hermano. Y atenuaba lo triste de esta visión obscura del matrimonio, figurándose también el vivir sin ahogos, el poner un límite a las horrendas privaciones y a la vergüenza en que la familia se consumía. [217]

IX

Пришлось послать дона Хосе Доносо для переговоров. Положившись на авторитет друга дома, сестры оставили его наедине с Рафаэлем и с беспокойством ожидали результата этой беседы, имевшей для них такое значение, будто речь шла о заключении мира между враждующими державами. Доносо говорил с поразительным красноречием, выискивая самые убедительные и остроумные доводы с ловкостью завзятого дипломата... В теперешние времена уже не смотрят на неравенство происхождения! Можно привести тысячу случаев терпимости в этом вопросе... Он сам, Пепе Доносо, — сын скромных земледельцев из Кампоса, — женился на Хустите, племяннице графа Вильяосьоса, девушке из знатной семьи Пипаон де Тревиньо. Да и в роду дель Агила известны подобные примеры. Тетка Рафаэля, донья Барбара де ла Торре Ауньон, вышла замуж за Санчеса Регулеса, отец которого, по слухам, был шорником в Севилье. А уж в данном деле Рафаэль должен полностью довериться своей сестре Крус, несравненной женщине, героически борющейся с жизнью, чтобы вызволить семью из нищеты. Искусный посланец пустил в ход все средства, прибегая то к ласке, то к строгости, переходя от нежных уговоров к суровым угрозам. В конце концов, охрипнув от долгих разглагольствований и истощив весь запас идей и доказательств, Доносо покинул арену битвы несолоно хлебавши. На все бесчисленные доводы слепой с несокрушимым упорством отвечал только «да» и «нет», и каждый остался при своем мнении, не уступив другому ни пяди. Рафаэль положил конец спору, с силой ударив руками по подлокотникам кресла и по коленям: никогда и ни за что не примирится он с омерзительным субъектом, которого с бессмысленной настойчивостью стремятся ввести в его честную семью. Самыми черными красками обрисовал он Торквемаду и пролил свет на источник его гнусного богатства, нажитого на крови и страданиях бедняков.
— Но, мальчик мой, не будем придираться... Ты витаешь в облаках... Я хочу вернуть тебя в родное гнездо, из которого ты падаешь, как неопытный птенчик... К чему допытываться, откуда взялось богатство? Это просто глупо. Послушай... Мало ли кругом сенаторов и даже маркизов с таким капитальцем, где от каждого эскудо шарахнешься в ужасе? А разве вспоминает кто-нибудь, что такой-то нажился на торговле неграми, а другой—на чужой беде и разорении? Ты не от мира сего. Вернись к тебе зрение, ты увидел бы, что свет уж не тот, и понял бы, что со своими устаревшими заскорузлыми понятиями ты отстал от жизни. Ты судишь о нашем обществе, исходя из понятий детских и отроческих лет, а ведь это — чистое донкихотство: на деле все иначе. Раскрой глаза... ох, я говорю «глаза» — ведь ты не можешь открыть их... Распахни пошире двери разума, дай дорогу терпимости, уступкам, без которых невозможно существовать. Люди живут общими представлениями, а «то желает считаться лишь с самим собой, тому дорога в сумасшедший дом. Я все сказал.
Обескураженный Доносо не пожелал долее сражаться с противником, которого защищал бастион непреклонных убеждений. Он покинул поле боя, как говорится, разбитый наголову. Для него было позором отступить перед беднягой, чьи доводы он при других обстоятельствах сокрушил бы единым словом. Дон Хосе скрыл от дам поражение, нанесенное его самолюбию, и стал успокаивать их в неопределенных выражениях... Смелее вперед! Если молодой человек не сдался сразу, время и логика событий заставят его уступить... А на худой конец, что может противопоставить этот упрямый аристократ твердой воле своих двух сестер, ясно понимающих жизнь и ее пути, как уже проторенные, так и едва намеченные? Ничего, конечно. Итак, набраться мужества и действовать! Нет основания подчинять благо всей семьи — всеобщее благо — причудам капризного баловня. В столь серьезных вопросах с Рафаэлем надо обращаться как с ребенком.
Но Крус по-прежнему не знала покоя. Сестры поспешно убирали столовую, расставляли по местам выкупленные вещи, принесенные Бернардиной от ростовщиков. Они решили если не отменить, то хотя бы отсрочить званый обед в честь дона Франсиско, опасаясь какой-нибудь выходки со стороны Рафаэля. В этот самый день, если верить летописцам, Фидела получила письмо от жениха. Сестры прочли его и нашли орфографию и слог лучшими, нежели они могли по справедливости ожидать.
— Нет, — сказала Крус, — вовсе он не дурак.
— Не исправил ли ему ошибки кто-нибудь из друзей пограмотнее?
— Нет, я готова поклясться: он писал сам. Все эти дилеммы, аспекты, конечные цели, основания, на которых он желает построить твое счастье, — никому другому такого не выдумать. Но написано совсем не плохо. Вчера вечером бедняга был почти остроумен. Мало-помалу язык его развязывается. Дон Франсиско не лишен здравого смысла и меткой наблюдательности. Уверяю тебя: есть женихи и похуже, а иные браки кажутся выигрышнее лишь благодаря ложной мишуре.
Дом час от часу терял свое нищенское обличье. Появились покрывала и занавеси, слежавшиеся от долгого заточения, старые платья, уже вышедшие из моды, ибо фасоны меняются скорее, чем судьбы. Водворились на свои места серебряные приборы, долго пребывавшие в изгнании, посуда и хрусталь, вернувшиеся невредимыми из длительного плена.
Рафаэль знал обо всем: звон фарфора и запах нафталина оповещали его о возвращении посуды и одежды. Настороженный и печальный, безучастно следил он за возрождением дома и прежнего процветания, хотя первый бы ликовал, будь причины этой внезапной перемены иными. Больше же всего убивался Рафаэль, не замечая в поведении Фиделы подавленности и уныния, естественных, как он полагал, перед лицом столь ужасного самопожертвования. Необъяснимая вещь! Фидела не проявляла ни горя, ни тревоги, точно не- сознавала всей важности надвигавшихся событий. Казалось, после шести лет нищеты она впала в детство, потеряла способность понимать серьезные последствия происходящего. Так объяснял себе Рафаэль поведение сестры, которая больше обычного проявляла ребяческую беззаботность. В краткие минуты досуга сеньорита играла в куклы, стараясь вовлечь брата в эти детские забавы; одевала и раздевала их, воображая, что ездит с ними в гости, на прогулку, на купанье, укладывала их спать и кормила невообразимыми кушаньями, в самом деле более подходящими для тряпичных созданий, чем для живых людей. Но даже когда Фидела не играла, ей не сиделось на месте: весь день она суетилась и металась по дому, заливаясь смехом по самому ничтожному поводу, а то и вовсе беспричинно. Все это возмущало слепого: по-прежнему обожая сестру, он желал видеть в ней более сознательное отношение к жизни, к предстоящей жестокой сделке — браку с человеком, которого она не любит и никогда не сможет полюбить.
Сеньорита дель Агила и в самом деле не видела в будущем замужестве ничего, кроме еще одной заботы в добавление ко всем над нею тяготевшим: нечто вроде уборки, чистки картофеля или глаженья рубашек брата. Мрачная картина супружества светлела, когда Фидела думала о том, что можно будет жить в достатке, забыть о тяжких лишениях и покончить с унижением, в котором чахнет ее семья.