Глава 8. Я должен быть самым хорошим или по крайней мере смышленым.

Lo primero que vi al entrar (зайдя) en la sala, fue una taza de té sobre la mesa de laca
que brillaba como un espejo. Mala señal.
Lo segundo, la sonrisa de la Tía Gertrudis reflejada junt­ o a la taza.
Al verme se puso de pie. Se me acercó. Estiró las manos. Me apretó la cara y…
¡zas! (бац) Me dio un beso pinchándome (уколя) con los pelos del bigote.
El año pasado pinchó a mi hermano Juan, y al otro día le salieron granos con
pus (гнойные прыщи) en la frente.
“Seguro que mañana tengo ampollas (волдыри) en el moflete” - pensé.
–Cariño, has tardado más de lo normal (задержался больше обычного), ¿Te ha sucedido algo (с тобой случилось что-то)?
–No, mamá. Venía andando despacio.
–Yo creo, Lucía, que tus hijos deberían venir juntos del colegio y no cada uno
por su lado.
–No podemos venir juntos porque tenemos horarios diferentes – le aclaré de
mala gana (нехотя).
–No estoy hablando contigo jovencito. Lucía, tienes que explicarles a tus
hijos que es de mala educación meterse (влезать) en las conversaciones de los
adultos.
–No me estoy metiendo.
–¿Otra vez? Lucía, deberías reprenderlo (поругать его).
–Mi madre no necesita que le digas lo que tiene que hacer.
–¡Pedro!
–Pero mamá, recién llega y ya se está metiendo en todo (только приехала, а уже лезет во все).
–¡Silencio!
Leo y Juan estuvieron callados hasta ese momento.
–Pedro, ¿a que no sabes qué hizo mamá de comer? – dijo Juan tocándome
el hombro.
–Pollo al horno con patatas y manzanas asadas (печеная курица с жареной картошкой с яблоками). Se me hace agua la boca (у меня слюни потекли),
tío – agregó Leo desde la esquina.
¿De qué estaban hablando? ¿Se habían vuelto locos?
–Venga, Pedro (Давай, Педро). Vamos a lavarnos (пойдем помоем наши руки) las manos que tenemos hambre (потому что нам хочется есть).
Mamá sonrió a mis hermanos. Conmigo seguía muy seria.
“¡Otra vez metí la pata!” – pensé.
Después, mamá tomó del brazo (взяла под руку) a la Tía Gertrudis y se fueron a la cocina.
Juan empujó mi silla hacia el baño. Leo nos siguió.
–¿Estás tonto, chaval (пацан)? – me dijo mi hermano mayor cuando llegamos al baño
–Ahora la vieja puede decir lo que quiera de nosotros y mamá le creerá. Si
no fueras un bocazas…
–¿Qué dices?
–¡Que te crees muy listo, Pedro, pero eres un memo! – me gritó Leo, furioso.
–¡Memo, tú!
–¡Sh! A callar los dos. Seguro que en este momento la bruja sigue diciéndole
a mamá que nos tiene que poner en cintura (взять в ежовые рукавицы). ¿Entiendes, Pedro?
–No.
–Si está más claro que el agua, tío. ¿Quieres o no que la bruja se marche (выражение желания, поэтому субхунтив)
pronto?
–Sí.
–Pues tenemos que hacerle la vida (сделать ему жизнь невыносимой) imposible pero sin levantar sospechas (не вызывая подозрений).
Mamá no se puede dar cuenta de nada, sino, nos castigará.
–¿Y si nos descubre?
–¿Mamá?
–No, la Tía Gertrudis.
–No lo hará.
–¿Cómo lo sabes?
–No lo sabe, ninguno lo sabemos pero tenemos que ser inteligentes. – dijo
Leo.
–¿Tienes un plan?
–Aún no, pero de ahora en adelante (с этого момента и далее), hermanos – siguió Juan – cada uno
tendremos una misión. Nos dividiremos el…
–¡A comer!
–Es mamá…
–¿Qué hacen los tres encerrados en el baño? Cuando uno está dentro, el
otro espera afuera, ¿entendido?
Nos quedamos petrificados (мы окаменели). La Tía Gertrudis abrió la puerta del baño de golpe y
sin llamar. Nos miró con sus ojos de lechuza (глазами совы).
A mí me corrió una gota por la espalda. ¿Habría escuchado nuestros planes?
-¡Todo el mundo a la mesa! – dijo mientras intentaba cogerle la oreja (поймать за ухо) a mi
hermano Leo. Juan se agachó pasando por debajo de su brazo (наклонился, проходя под ее рукой); Leo alcanzó
a taparse las orejas (закрыть уши) y salió pitando (вышел свистя). Sólo quedaba yo. La Tía se puso delante
de la puerta. Estaba atrapado. Seguro que me la daba (точно, что она мне задаст).
-¡Soy un inválido indefenso! ¡No me lastimes! – dije imitando a un actor que
había visto en una peli, mientras trataba de esconder la cabeza entre los
brazos. No sé por qué se me ocurrió decir algo así pero esperaba que diera
resultado.
-¡No tienes vergüenza! – dijo la Tía Gertrudis, que se había quedado blanca
como el papel higiénico (как туалетная бумага) – ¡Debería darte vergüenza decir semejante cosa!
Vuelve a repetirlo y te prometo, jovencito, que te arranco los pelos uno a uno,
¡que ganas no me faltan! ¿Has entendido?
Hablaba bajito (говорила тихо) para que solo yo la escuchase (цель, поэтому субхунтив).
-¡Le voy a contar a mi madre que quisiste maltratarnos a mis hermanos y a
mí! Y… ¡Y que me estás amenazando! – tartamudeé en voz más alta.
-¡Hazlo! Y yo le diré a tu madre cómo te aprovechas de tu discapacidad y te
aseguro que se pondrá muy triste, ¡Y será por tu culpa!
Me quedé sin saber qué responder. No quería que mamá volviera a llorar por mi
culpa.
La Tía Gertrudis me miró como con asco y siguió diciéndome cosas horribles.
-Ella dice que está orgullosa de ti… pero yo te conozco y sé que no tiene
motivos para estarlo. ¡Eres un niño perverso (злой) y egoísta!
-¡Eso no es verdad!
-¡Debes ser más bueno o un día arderás en el infierno! - me señaló con un
dedo y supe que debía mantener mi boca cerrada.
Juré que no abriría más mi bocaza (пасть) nunca más.
Me preocupaba que le fuera a contar a mi madre lo que dije y que ella se
pusiera triste… no es cierto, lo que más me preocupaba es la maldición que me
había echado la bruja. ¿Y si era cierto eso de que me iba a quemar en el
infierno?
Aprovechando (воспользовашись) mi silencio, la tía Gertrudis me sacó del baño.
Empujó mi silla lentamente hasta la cocina.
Mis hermanos ya estaban sentados a la mesa.
Al vernos llegar, me miraron e hicieron (сделали вид) como si no hubiera sucedido nada.
–Huele de maravilla, Lucía – comentó tía Gertrudis poniéndose la servilleta
sobre la falda.
–Gracias, tía.
Comimos en silencio.
Tía Gertrudis nos ignoró durante toda la comida.
Esperamos a que se fuera a dormir la siesta para ir a casa del abuelo.
Ni bien llegamos, el abuelo quiso que le contáramos todo lo que había
sucedido.
Yo le conté lo del infierno.
–No le creas, Pedro. Eso que dice son mentiras, para asustarte – comentó mi
hermano Juan, que como es el mayor se cree que lo sabe todo.
–Es verdad. A ver si por decir una estupidez vas a arder ahí abajo. Con todas
las que dices al día, ya estarías hecho carbón (ты бы уже был угольком) – agregó Leo.
–¡Abuelo! – me quejé.
Abuelo no había abierto la boca hasta momento.
–No hace falta que seas más bueno, Pedro. Recuerda que eso de ser un
Santo es algo complicado para un niño – me dijo -. Confórmate con ser un
niño normal. Sin embargo, tus hermanos tienen razón. Debes ser más
astuto.
–Y eso, ¿qué quiere decir?
–Que hay que ser más listo, tío.
–¡No te metas, Leo!
–Tiene razón tu hermano. Pero, ser más listo en este caso no será
suficiente; deberán ser muy inteligentes, muy pacientes… estar atentos y …
–¿Nos ayudarás, abuelo?
–¡NO! ¿Cómo podría? Gertrudis me detesta, no puedo presentarme en tu
casa estando ella allí...
–¿Por qué?
–Ahora, no, Pedro…
Cada vez que le preguntábamos la causa por la que Tía Gertrudis y él no se
pueden ni ver, abuelo respondía lo mismo: “Ahora, no”. Y cambiaba de tema.
–Estuve pensando, que debo ir unos días al pueblo.
–¿Para qué vas tanto al Pueblo, Abu?
–Es una sorpresa.
–¿Por qué no nos llevas contigo?
–Porque aún no es el momento. Ahora vayan a casa. No quiero que tengáis
problemas otra vez con la Bruja Gertrudis.