cornetПедро Аларкон. Короткие рассказы. "Корнет-а-пистон"


I
Don Basilio, ¡toque V. la corneta, y bailaremos!—Debajo
de estos árboles no hace calor....
—Sí, sí..., D. Basilio: ¡toque V. la corneta de llaves!
—¡Traedle a D. Basilio la corneta en que se está enseñando
Joaquín!
—¡Poco vale!...—¿La tocará V., D. Basilio?
—¡No!
—¿Cómo que no?[14-1]
—¡Que no!
—¿Por qué?
—Porque no sé.
—¡Que no sabe[14-2]!...—¡Habrá hipócrita igual![14-3]
—Sin duda quiere que le regalemos el oído[14-4]....
—¡Vamos![14-5] ¡Ya sabemos que ha sido V. músico mayor[14-6]
de infantería!...
—Y que nadie ha tocado la corneta de llaves como V....
—Y que lo oyeron en Palacio[14-7]..., en tiempos de
Espartero[14-8]....
—Y que tiene V. una pensión....
—¡Vaya,[14-9] D. Basilio! ¡Apiádese V.!
—Pues, señor.... ¡Es verdad! He tocado la corneta
de llaves; he sido una ... una especialidad,[14-10] como dicen
ustedes ahora...; pero también es cierto que hace dos años
regalé mi corneta a un pobre músico licenciado, y que desde
entonces no he vuelto[14-11]... ni a tararear.
—¡Qué lástima!
—¡Otro[15-1] Rossini!
—¡Oh! ¡Pues lo que es esta tarde,[15-2] ha de tocar[15-3]
usted!...
—Aquí, en el campo, todo es permitido....
—¡Recuerde V. que es mi día,[15-4] papá abuelo[15-5]!...
—¡Viva! ¡Viva! ¡Ya está aquí la corneta!
—Sí, ¡que toque!
—Un vals....
—No..., ¡una polca!...
—¡Polca!... ¡Quita allá![15-6]—¡Un fandango!
—Sí..., sí..., ¡fandango! ¡Baile nacional!
—Lo siento mucho, hijos míos; pero no me es posible tocar
la corneta....
—¡Usted, tan amable!...
—Tan complaciente....
—¡Se lo suplica a V.[15-7] su nietecito!...
—Y su sobrina....
—¡Dejadme, por Dios!—He dicho que no toco.
—¿Por qué?
—Porque no me acuerdo; y porque, además, he jurado no
volver a aprender....
—¿A quién se lo ha jurado?
—¡A mí mismo, a un muerto, y a tu pobre madre, hija
mía!
Todos los semblantes se entristecieron súbitamente al escuchar
estas palabras.
—¡Oh!... ¡Si supierais a qué costa aprendí a tocar la
corneta!...—añadió el viejo.
—¡La historia! ¡La historia! (exclamaron los jóvenes.)
Contadnos esa historia.
—En efecto.... (dijo D. Basilio.)—Es toda una historia.
Escuchadla, y vosotros juzgaréis si puedo o no puedo tocar la
corneta....
Y sentándose bajo un árbol rodeado de unos curiosos y
afables adolescentes, contó la historia de sus lecciones de
música.
No de otro modo, Mazzepa,[16-1] el héroe de Byron, contó una
noche a Carlos XII,Mazzepa,[16-2] debajo de otro árbol, la terrible historia
de sus lecciones de equitación.
Oigamos a D. Basilio.
II
Hace diez y siete años que ardía en España la guerra civil.
Carlos e IsabelMazzepa,[16-3] se disputaban la corona, y los españoles,
divididos en dos bandos, derramaban su sangre en lucha fratricida.
Tenía yo un amigo, llamado Ramón Gámez, teniente de
cazadores de mi mismo batallón, el hombre más cabal que he
conocido....—Nos habíamos educado juntos; juntos salimos
del colegio; juntos peleamos mil veces, y juntos deseábamos
morir por la libertad....—¡Oh! ¡Estoy por decirMazzepa,[16-4]
que él era más liberal que yo y que todo el ejército!...
Pero he aquí que cierta injusticia cometida por nuestro Jefe
en daño de Ramón; uno de esos abusos de autoridad que disgustan
de la más honrosa carrera; una arbitrariedad, en fin,
hizo desear al Teniente de cazadores abandonar las filas de sus
hermanos, al amigo dejar al amigo, al liberal pasarse a la facción,
al subordinado matar a su Teniente Coronel....—¡Buenos
humos teníaMazzepa,[16-5] Ramón para aguantar insultos e injusticias
ni al luceroMazzepa,[16-6] del alba!
Ni mis amenazas, ni mis ruegos, bastaron a disuadirle de su
propósito. ¡Era cosa resuelta! ¡Cambiaría el morriónMazzepa,[16-7] por
la boina,Mazzepa,[16-8] odiando como odiaba mortalmente a los facciosos!
A la sazón nos hallábamos en el Principado,Mazzepa,[16-9] a tres leguas del
enemigo.
Era la noche en que Ramón debía desertar, noche lluviosa
y fría, melancólica y triste, víspera de una batalla.
A eso de las doce entró Ramón en mi alojamiento.
Yo dormía.
—Basilio....—murmuró a mi oído.
—¿Quién es?
—Soy yo.—¡Adiós!
—¿Te vas ya?
—Sí; adiós.
Y me cogió una mano.
—Oye ... (continuó); si mañana hay, como se cree, una
batalla, y nos encontramos en ella....
—Ya lo sé: somos amigos.
—Bien; nos damos un abrazo, y nos batimos en seguida.
—¡Yo moriré mañana regularmente,Mazzepa,[17-1] pues pienso atropellar
por todo hasta que mate al Teniente Coronel!—En cuanto a
ti, Basilio, no te expongas....[17-2]—La gloria es humo.
—¿Y la vida?
—Dices bien: hazte comandante.... (exclamó Ramón.)
La paga no es humo..., sino después que uno se la ha[17-3]
fumado....—¡Ay! ¡Todo eso acabó para mí!
—¡Qué tristes ideas! (dije yo no sin susto.)—Mañana sobreviviremos
los dos a la batalla.
—Pues emplacémonos para después de ella....
—¿Dónde?
—En la ermita de San Nicolás, a la una de la noche.—El
que no asista,[17-4] será porque haya muerto.—¿Quedamos
conformes?
—Conformes.
—Entonces.... ¡Adiós!...
—Adiós.
Así dijimos; y después de abrazarnos tiernamente, Ramón
desapareció en las sombras nocturnas.
III
Como esperábamos, los facciosos nos atacaron al siguiente día.
La acción fué muy sangrienta, y duró desde las tres de la
tarde hasta el anochecer.
A cosa de las cinco, mi batallón fué rudamente acometido
por una fuerza de alaveses[18-1] que mandaba Ramón....
¡Ramón llevaba ya las insignias de Comandante y la boina
blanca de carlista[18-2]!...
Yo mandé hacer fuego contra Ramón, y Ramón contra mí:
es decir, que su gente y mi batallón lucharon cuerpo a
cuerpo.
Nosotros quedamos vencedores, y Ramón tuvo que huir con
los muy mermados restos de sus alaveses; pero no sin que antes
hubiera dado muerte por sí mismo, de un pistoletazo,[18-3] al que la
víspera era su Teniente Coronel; el cual en vano procuró
defenderse de aquella furia....
A las seis la acción se nos volvió desfavorable, y parte de mi
pobre compañía y yo fuimos cortados y obligados a rendirnos....
Condujéronme, pues, prisionero a la pequeña villa de...,
ocupada por los carlistas desde los comienzos de aquella campaña,
y donde era de suponer[18-4] que me fusilarían
inmediatamente....
La guerra era entonces sin cuartel.
IV
Sonó la una de la noche de tan aciago día: ¡la hora de mi
cita con Ramón!
Yo estaba encerrado en un calabozo de la cárcel pública de
dicho pueblo.
Pregunté por mi amigo, y me contestaron:
—¡Es un valiente! Ha matado a un Teniente Coronel.
Pero habrá perecido[18-5] en la última hora de la acción....
—¡Cómo! ¿Por qué lo decís?
—Porque no ha vuelto del campo, ni la gente que ha estado
hoy a sus órdenes da razón[18-6] de él....
¡Ah! ¡Cuánto sufrí aquella noche!
Una esperanza me quedaba.... Que Ramón me estuviese
aguardando en la ermita de San Nicolás, y que por este motivo
no hubiese vuelto al campamento faccioso.
—¡Cuál será su pena al ver que no asisto a la cita! (pensaba
yo.)—¡ Me creerá muerto!—¿Y, por ventura, tan lejos
estoy de mi última hora? ¡Los facciosos fusilan ahora siempre
a los prisioneros; ni más ni menos que nosotros!...
Así amaneció el día siguiente.
Un Capellán entró en mi prisión.
Todos mis compañeros dormían.
—¡La muerte!—exclamé al ver al Sacerdote.
—Sí—respondió éste con dulzura.
—¡Ya!
—No: dentro de tres horas.
Un minuto después habían despertado[19-1] mis compañeros.
Mil gritos, mil sollozos, mil blasfemias llenaron los ámbitos
de la prisión.
V
Todo hombre que va a morir suele aferrarse a una idea cualquiera
y no abandonarla más.
Pesadilla, fiebre o locura, esto me sucedió a mí.—La idea
de Ramón; de Ramón vivo, de Ramón muerto, de Ramón en
el cielo, de Ramón en la ermita, se apoderó de mi cerebro de
tal modo, que no pensé en otra cosa durante aquellas horas
de agonía.
Quitáronme el uniforme de Capitán, y me pusieron una gorra
y un capote viejo de soldado.
Así marché a la muerte con mis diez y nueve compañeros de
desventura....
Sólo uno había sido indultado ... ¡por la circunstancia de
ser músico!—Los carlistas perdonaban entonces la vida a los
músicos, a causa de tener gran falta de ellos en sus
batallones....
—Y ¿era V. músico, D. Basilio?—¿Se salvó V. por eso?—preguntaron
todos los jóvenes a una voz.[20-1]
—No, hijos míos.... (respondió el veterano.) ¡Yo no era
músico!
Formóse el cuadro, y nos colocaron en medio de él....
Yo hacía el número once, es decir, yo moriría el
undécimo....
Entonces pensé en mi mujer y en mi hija, ¡en ti y en tu
madre, hija mía!
Empezaron los tiros....
¡Aquellas detonaciones me enloquecían!
Como tenía vendados los ojos, no veía caer a mis compañeros.
Quise contar las descargas para saber, un momento antes de
morir, que se acababa mi existencia en este mundo....
Pero a la tercera o cuarta detonación perdí la cuenta.
¡Oh! ¡Aquellos tiros tronarán eternamente en mi corazón y
en mi cerebro, como tronaban aquel día!
Ya creía oírlos a mil leguas de distancia; ya los sentía reventar
dentro de mi cabeza.
¡Y las detonaciones seguían!
—¡Ahora!—pensaba yo.
Y crujía la descarga, y yo estaba vivo.
—¡Esta es!...—me dije por último.[20-2]
Y sentí que me cogían por los hombros, y me sacudían, y me
daban voces en los oídos....
Caí....
No pensé más....
Pero sentía algo como un profundo sueño....
Y soñé que había muerto fusilado.
VI
Luego soñé que estaba tendido en una camilla, en mi prisión.
No veía.
Llevéme la mano a los ojos como para quitarme una venda,
y me toqué los ojos abiertos, dilatados....—¿Me había
quedado ciego?
No....—Era que la prisión se hallaba llena de tinieblas.
Oí un doble de campanas..., y temblé.
Era el toque de Animas.[21-1]
—Son las nueve.... (pensé.)—Pero ¿de qué día?
Una sombra más obscura que el tenebroso aire de la prisión
se inclinó sobre mí.
Parecía un hombre....
¿Y los demás? ¿Y los otros diez y ocho?
¡Todos habían muerto fusilados!
¿Y yo?
Yo vivía, o deliraba dentro del sepulcro.
Mis labios murmuraron maquinalmente un nombre, el nombre
de siempre,[21-2] mi pesadilla....
—¡«Ramón!»
—¿Qué quieres?—me respondió la sombra que había a mi
lado.
Me estremecí.
—¡Dios mío! (exclamé.)—¿Estoy en el otro mundo?
—¡No!—dijo la misma voz.
—Ramón, ¿vives?
—Sí.
—¿Y yo?
—También.
—¿Dónde estoy?—¿Es ésta la ermita de San Nicolás?—¿No
me hallo prisionero?—¿Lo he soñado todo?
—No, Basilio; no has soñado nada.—Escucha.
VII
Como sabrás,[21-3] ayer maté al Teniente Coronel en buena lid....—¡Estoy
vengado!—Después, loco de furor, seguí matando...,
y maté ... hasta después de anochecido..., hasta
que no había un cristino[21-4] en el campo de batalla....
Cuando salió la luna, me acordé de ti.—Entonces enderecé
mis pasos a la ermita de San Nicolás con intención de
esperarte.
Serían las diez de la noche. La cita era a la una, y la noche
antes no había yo pegado los ojos....—Me dormí, pues,
profundamente.
Al dar la una, lancé un grito y desperté.
Soñaba que habías muerto....
Miré a mi alrededor, y me encontré solo.
¿Qué había sido de ti?
Dieron las dos..., las tres..., las cuatro....—¡Qué
noche de angustia!
Tú no parecías....
¡Sin duda habías muerto!...
Amaneció.
Entonces dejé la ermita, y me dirigí a este pueblo en busca
de los facciosos.
Llegué al salir el sol.[22-1]
Todos creían que yo había perecido la tarde antes....
Así fué que, al verme, me abrazaron, y el General me colmó
de distinciones.
En seguida supe que iban a ser fusilados veintiún[22-2] prisioneros.
Un presentimiento se levantó en mi alma.
—¿Será Basilio uno de ellos?—me dije.
Corrí, pues, hacia el lugar de la ejecución.
El cuadro estaba formado.
Oí unos tiros....
Habían empezado a fusilar.
Tendí la vista...; pero no veía....
Me cegaba el dolor; me desvanecía el miedo.
Al fin te distingo....
¡Ibas a morir fusilado!
Faltaban dos víctimas para llegar a ti....
¿Qué hacer?
Me volví loco; dí un grito; te cogí entre mis brazos, y, con
una voz ronca, desgarradora, tremebunda, exclamé:
—¡Éste no! ¡Éste no, mi General!...
El General, que mandaba el cuadro, y que tanto me conocía[23-1]
por mi comportamiento de la víspera, me preguntó:
—Pues qué, ¿es músico?
Aquella palabra fué para mí lo que sería para un viejo ciego
de nacimiento ver de pronto el sol en toda su refulgencia.
La luz de la esperanza brilló a mis ojos tan súbitamente, que
los cegó.
—¡Músico (exclamé); sí..., sí..., mi General! ¡Es
músico! ¡Un gran músico!
Tú, entretanto, yacías sin conocimiento.
—¿Qué instrumento toca?—preguntó el General.
—El ... la ... el ... el...; ¡si!... ¡justo!...,
eso es..., ¡la corneta de llaves!
—¿Hace falta un corneta[23-2] de llaves?—preguntó el General,
volviéndose a la banda de música.
Cinco segundos, cinco siglos, tardó la contestación.
—Sí, mi General; hace falta—respondió el Músico mayor.
—Pues sacad a ese hombre de las filas, y que siga la ejecución
al momento....—exclamó el jefe carlista.
Entonces te cogí en mis brazos y te conduje a este calabozo.
VIII
No bien dejó de hablar Ramón, cuando me levanté y le dije,
con lágrimas, con risa, abrazándolo, trémulo, yo no sé cómo:
—¡Te debo la vida!
—¡No tanto!—respondió Ramón.
—¿Cómo es eso?—exclamé.
—¿Sabes tocar la corneta?
—No.
—Pues no me debes la vida, sino que he comprometido la
mía sin salvar la tuya.
Quedéme frío como una piedra.
—¿Y música? (preguntó Ramón.) ¿Sabes?
—Poca, muy poca....—Ya recordarás la que nos enseñaron
en el colegio....
—¡Poco es, o, mejor dicho, nada!—¡Morirás sin remedio!...
¡Y yo también, por traidor..., por falsario!—¡Figúrate
tú que dentro de quince días estará organizada la banda de
música a que has de pertenecer!...
—¡Quince días!
—¡Ni más ni menos!—Y como no tocarás la corneta....
(porque Dios no hará un milagro), nos fusilarán a los dos sin
remedio.
—¡Fusilarte! (exclamé.) ¡A ti! ¡Por mí! ¡Por mí, que
te debo la vida!—¡Ah, no, no querrá el cielo! Dentro de
quince días sabré música[24-1] y tocaré la corneta de llaves.
Ramón se echó a reír.
IX
—¿Qué más queréis que os diga, hijos míos?
En quince días ... ¡oh poder de la voluntad! En quince
días con sus quince noches (pues no dormí ni reposé un momento
en medio mes), ¡asombraos!... ¡En quince días aprendí
a tocar la corneta!
¡Qué días aquellos!
Ramón y yo nos salíamos al campo, y pasábamos horas y
horas con cierto músico que diariamente venía de un lugar
próximo a darme lección....
¡Escapar!...— Leo en vuestros ojos esta palabra....—¡Ay!
Nada más imposible!—Yo era prisionero, y me vigilaban....
Y Ramón no quería escapar sin mí.
Y yo no hablaba, yo no pensaba, yo no comía....
Estaba loco, y mi monomanía era la música, la corneta, la
endemoniada corneta de llaves....
¡Quería aprender, y aprendí!
Y, si hubiera sido mudo, habría hablado....
Y, paralítico, hubiera andado....
Y, ciego, hubiera visto.
¡Porque quería!
¡Oh! ¡La voluntad suple por todo!—QUERER ES PODER.
Quería: ¡he aquí la gran palabra!
Quería..., y lo conseguí.—¡Niños, aprended esta gran
verdad!
Salvé, pues, mi vida y la de Ramón.
Pero me volví loco.
Y, loco, mi locura fué el arte.
En tres años no solté la corneta de la mano.
Do-re-mi-fa-sol-la-si; he aquí mi mundo durante todo aquel
tiempo.
Mi vida se reducía a soplar.[25-1]
Ramón no me abandonaba....
Emigré a Francia, y en Francia seguí tocando la corneta.
¡La corneta era yo! ¡Yo cantaba con la corneta en la boca!
Los hombres, los pueblos, las notabilidades[25-2]] del arte se
agrupaban para oírme....
Aquello era un pasmo, una maravilla....
La corneta se doblegaba entre mis dedos; se hacía elástica,
gemía, lloraba, gritaba, rugía; imitaba al ave[25-3], a la fiera, al sollozo
humano....—Mi pulmón era de hierro.
Así viví otros dos años más.
Al cabo de ellos falleció mi amigo.
Mirando su cadáver, recobré la razón....
Y cuando, ya en mi juicio, cogí un día la corneta ... (¡qué
asombro!), me encontré con que[25-4] no sabía tocarla....
¿Me pediréis ahora que os haga són[25-5] para bailar?
Madrid, 1854

 

 

14-1: ¿Cómo que no?: que is redundant. It is dependent on some form of the verb decir
understood: How can you say that you will not?
14-2: ¡Que no sabe!: a kindred usage to that in the last note. Que is frequently used in this
elliptical and emphatic manner at the beginning of a sentence.
14-3: ¡habrá hipócrita igual!: can there be, etc. Cf. note no habría andado, p. 8, 6.
14-4: regalemos el oído: flatter; say pleasant things.
14-5: ¡vamos!: cf. note vamos, p. 5, 11.
14-6: músico mayor: military bandmaster.
14-7: Palacio: the royal palace.
14-8: Espartero: (1792-1879) Spanish general and statesman, at one time regent.
14-9: ¡vaya!: used like vamos above, p. 14, 5.
14-10: especialidad: (in familiar parlance) a notability.
14-11: no he vuelto: cf. note se volvió a reír, p. 2, 3.
15-1: otro Rossini: cf. note a otro, p. 10, 1. Rossini: (1792-1868) Italian composer who once
enjoyed an immense vogue. His music, light, brilliant, but lacking in sincerity and deeper
artistic qualities, is now much neglected.
15-2: lo que es esta tarde: as far as this afternoon is concerned.
15-3: ha de tocar: must play. Cf. note había de conocer, p. 3, 4.
15-4: es mi día: it is my saint's day (which among Catholics is celebrated as a birthday).
15-5: papá abuelo: dear grandpa. Abuelo is often used in addressing an old man.
15-6: ¡Quita allá!: a phrase used to express emphatic dissent. Translate Not much!
15-7: Se lo suplica a V.: Se = le, redundant pronoun anticipating usted. See note se la, p. 4, 6.
16-1: Mazzepa: (or rather Mazeppa) a Pole, who in punishment for an intrigue, was bound to the
back of a horse, which carried him among the Cossacks, where he rose to distinction and
high command. Vide Byron's poem Mazeppa.
16-2: Carlos XII: (doce— the ordinal numerals above décimo not being used with names
of sovereigns) Charles XII, king of Sweden (lived 1682-1718). He fought, at first with
brilliant success, against the Czar, Peter the Great, but was ultimately defeated.
16-3: Carlos e Isabel: Fernando VII (see notes Fernando, pp. 34, 5 and 51, 17) left the Spanish
throne to his daughter, Isabel II, but Don Carlos. her uncle, laid claim to it by virtue of the Salic
law excluding women from the throne. A long and disastrous civil warfare ensued between his
party, the Carlistas, and the party of the queen-regent, Maria Cristina, the Cristinos.
16-4: Estoy por decir: I am on the point of saying.
16-5: buenos humos tenía: was much too proud.
16-6: ni (al lucero, etc.): even. The negative is intruded from the underlying negative
psychologic notion: Ramón would not have suffered an affront—not even from, etc. Cf. note ni, p. 99, 3. lucero del alba: the planet Venus, bearing (as morning star) the name Lucifer. For el alba cf. note al ave, p. 25, 3.
16-7: morrión: a kind of tall helmet-cap, worn by the Cristinos.
16-8: boina: a round woolen cap, worn by the Carlists.
16-9: el Principado: the territory of Asturias, in the north of Spain. The term is also applicable
to Cataluña in the northeast of Spain.
17-1: regularmente: (i.e. según reglas; naturalmente) presumably.
17-2: no te expongas: cf. note no seas, p. 6, 7.
17-3: se la ha fumado: for se cf. note lo que me digo, p. 7, 5.
17-4: El que no asista, etc.: a very loosely constructed sentence. Translate: If either of us does
not appear, etc.
18-1: alaveses: natives of Álava, a Basque province in the north of Spain.
18-2: boina blanca de carlista: see note boina, p. 16, 8.
18-3: pistoletazo: pistol-shot. Observe the use of the ending azo, denoting a blow, cut, or shot with a weapon.
18-4: era de suponer: it was to be supposed; it was presumable.
18-5: habrá perecido: cf. note no habría andado, p. 8, 6.
18-6: da razón: give an account.
19-1: habían despertado: (intransitive).
20-1: a una voz: with one voice.
20-2: por último: finally. Cf. por fin.
21-1: Ánimas: ringing of bells, generally at sunset, inviting to prayer for the souls of the dead.
21-2: el nombre de siempre: the same name as always. Cf. lo de siempre, the same as ever.
21-3: Como sabrás: cf. note no habría andado, p. 8, 6.
21-4: cristino: see note Carlos e Isabel, p. 16, 3.
22-1: al salir el sol: at sunrise (el sol is the subject of salir).
22-2: veintiún: (for veinte y un.) Observe that uno in compounds is not pluralized and drops o before a noun. Other compounds are similarly formed, e.g. dieciseis, veintiseis.
23-1: tanto me conocía: knew me so well.
23-2: un corneta: the nouns corneta, trompeta, etc., used in the feminine, denote the instrument,
and in the masculine, the player.
24-1: sabré música: ordinarily the definite article is used before a noun employed in a general
sense. Here a partitive sense is hinted: I shall know (some) music.
25-1: mi vida se reducía a soplar: I passed all my time in playing (soplar, to blow).
25-2: notabilidades: noted men; celebrities.
25-3: al ave: el replaces la before feminine nouns beginning with accented a or ha. Un is
occasionally used for una in the same cases (not academic).
25-4: me encontré con que, etc.: con governs the whole following clause as its object.
Psychologically an intervening noun is indicated: I met with (the discovery) that I could not, etc.
25-5: haga són: (make sound) play. Alarcón has accented són to distinguish it from the verb son.