Realizar un correcto mantenimiento del vehículo no sólo es fundamental para circular con seguridad sino también para aumentar los años de vida de nuestro vehículo.

1. Sistema de lubricación y engrase

 
El aceite es primordial para el funcionamiento del motor. La lubricación que proporciona disminuye el rozamiento entre las piezas metálicas, evitando un excesivo desgaste de las mismas y retrasando, por lo tanto, el envejecimiento del motor. También participa en la refrigeración del motor.

En su funcionamiento normal el motor consume aceite, por lo que debemos comprobar periódicamente que el nivel de aceite de nuestro vehículo sea el correcto.

En algunos vehículos se puede controlar el nivel de aceite directamente a través de un indicador en el salpicadero. En otros es necesario efectuar la comprobación mediante la varilla del nivel de aceite.

Además del nivel del aceite también es importante la presión a la que dicho aceite circula por el interior del motor. Cuando la presión no sea la correcta se encenderá un testigo luminoso en el salpicadero.

Es conveniente usar aceites de calidad igual o superior a la recomendada por el fabricante del vehículo y cambiar la totalidad del aceite en los plazos previstos en el plan de mantenimiento del vehículo.

El cambio de aceite se realizará siempre con el vehículo en posición horizontal y con el motor parado y caliente.

2. Sistema de refrigeración

El motor al funcionar genera calor, se calienta, por lo que debe disponer de un sistema de refrigeración que le permita mantener la temperatura en un nivel óptimo para su funcionamiento.

El sistema de refrigeración más común en los turismos es por líquido. Dicho líquido no tendrá consumo por parte del motor aunque periódicamente comprobaremos su nivel a través del vaso de expansión.

En el caso que el motor haya sufrido un sobrecalentamiento, nunca abriremos el tapón del vaso de expansión ya que correríamos el riesgo de sufrir graves quemaduras.

Es importante tener en cuenta la temperatura ambiental del lugar por el que circulamos. La mayoría de líquidos refrigerantes ofrecen protección anticongelamiento hasta los 10 grados bajo cero aproximadamente. En el caso de circular por más fríos utilizaremos un anticongelante que soporte menor temperatura.

El cambio del líquido refrigerante se realizará siempre siguiendo las indicaciones del fabricante del vehículo.

3. Sistema eléctrico

La batería es el elemento del sistema eléctrico que permite arrancar el motor y proporcionar energía al equipo eléctrico del vehículo. Requiere mantenimiento por parte del usuario, incluso cuando se trate de las denominadas baterías sin mantenimiento, será necesario comprobar que los bornes se encuentran limpios, bien ajustados y recubiertos de grasa.

Cuando al accionar el motor de arranque éste gira muy despacio y las luce del tablero de mandos tienden a apagarse, será síntoma de que la batería está descargada.

Todos los circuitos eléctricos del vehículo están protegidos por fusibles. Cuando existe algún problema en uno de los circuitos su fusible se funde y debe ser sustituido. En el caso que el fusible se funda constantemente será debido a algún problema en el circuito, por lo que será necesario repararlo.

En cuanto al circuito de iluminación será necesario modificar el reglaje de los faros adaptándolo a las condiciones del vehículo. Al circular por ejemplo a máxima carga, será necesario bajar la altura del haz luminoso, tanto para iluminar mejor como para no deslumbrar. La mayoría de los vehículos incorporan un mando corrector en el interior del habitáculo que permite realizar dicho reglaje.

4. Sistema de frenado

 

Debemos comprobar periódicamente el nivel del líquido de frenos. Si en algún momento observamos que dicho nivel desciende, será necesario dirigirnos a un taller mecánico para que revisen el estado del sistema de frenos ya que, en condiciones normales, el nivel del líquido de frenos no debería disminuir. Dicho líquido deberá ser sustituido totalmente en los plazos indicados por el fabricante.

La frenada se produce por la fricción entre el disco o tambor y las pastillas o zapatas produciéndose un desgaste por rozamiento. Cuando al frenar percibamos ruidos metálicos o no habituales, deberemos acudir al taller mecánico para inspeccionar el sistema de frenado y en su caso sustituir las pastillas o zapatas de freno.

5. Neumáticos

Los neumáticos provocan la mayor parte de los accidentes debidos a un fallo mecánico, acumulando más siniestros y víctimas que todos los demás sistemas del vehículo juntos.

Debemos sustituir los neumáticos antes de que el dibujo sea inferior a 1,6 milímetros o cuando presenten daños en los flancos o en la banda de rodadura.

Aún teniendo el dibujo en buen estado, es importante conocer la fecha de fabricación del neumático. Ésta viene indicada en el lateral del neumático por el fabricante. Es recomendable que los neumáticos no tengan más de 5 años, pues con el tiempo el caucho se endurece y pierde su capacidad de adherencia, aumentando el riesgo de sufrir derrapes.

Comprobaremos la presión de los neumáticos una o dos veces al mes para asegurarnos que es la indicada por el fabricante. Lo haremos siempre con el neumático frío. La presión correcta de los neumáticos variará en función del eje en el que vayan instalados, delantero o trasero, o de si se circula con carga o sin ella.

Una presión no adecuada incrementará el desgaste del neumático. Circulando con menor presión que la recomendada por el fabricante se desgastarán los laterales de la banda de rodadura, mientras que cuando la presión sea excesiva, se desgastará el centro de la banda. Por otra parte, en el caso que los amortiguadores no se encuentren en buen estado, el neumático presentará un desgaste irregular en su banda de rodadura.