Maud Lindsay — "La puerta abierta"
Мауд Линдсей — "Открытая дверь"

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Текст аудиокниги MAUD LINDSAY - "La puerta abierta"

 

FRASE PARA LA MADRE

Enséñale temprano a tu hijo, por medio del juego, a cuidar aquello que aprecia del peligro de perderlo. FROEBEL.

Una resplandeciente tarde de verano, Flit, el bueno y viejo perro pastor que ayudaba a cuidar el sembrado, decidió que entraría al granero para ver a su amiga la Señora Mufet y a sus dos pequeños gatos, pues no había podido hablar con ellos por un tiempo.

En su camino, Flit miró alrededor para ver si todo estaba bien. El clima era cálido y las gallinas tomaban un baño de polvo debajo del manzano y el ternero,dormitaba en la sombra del granero. Los patos y los gansos estaban en el lago, los caballos trabajaban en un campo distante, las vacas y ovejas estaban en el pastizal, y solo el potro Marrón pateaba en el corral; así que Flit ladró con satisfacción, y entró al granero.

Allí encontró a la señora Mufet lavándose la cara, mientras que dos gatitos dormían sobre la paja; y ella le dió a Flit una calurosa bienvenida.

"Buenas tardes, señora Mufet," le dijo.

"Buenas tardes, amigo Flit," ella le contestó.

"¿Cómo están los hijos?" preguntó el buen perro, "¿están creciendo?"

"¿Creciendo?" dijo la señora Mufet. "¡Nunca ha visto algo como ellos! ¡Y los trucos que hacen al jugar! Tit es el más alegre, jugará con su propia cola si no encuentra algo más; pero Tod puede escalar de una forma sorprendente. Incluso habla de subir al techo del granero, y sin duda un día lo logrará."

"Sin duda, sin duda," dijo Flit. "Los niños son tan extraordinarios."

"¿Pero que hay de nuevo contigo, amigo Flit?" le preguntó la señora Mufet.

"No mucho," dijo Flit. "Esta granja es tan tranquila" --pero justo cuando hablaba se escuchó un ruido afuera que lo hizo saltar sobre sus pies para ver que ocurría, y los dos gatitos se despertaron alarmados. Todos hablaban al tiempo. Las gallinas cacareaban, los gallos cantaban, los patos graznaban, el ternero lloraba, y el sonido de herraduras que volaban podía escucharse lejos en la carretera.

"¿Qué ocurre?" dijo Flit a tres gansas, que se apresuraban, con sus cuellos estirados.

"La puerta está abierta, el potro Marrón se ha ido, el ternero manchado está saliendo y nosotros estamos pensándolo; ¡quak! ¡quak! dijeron los tres gansos, Sra. Wadel, Sra. Gabel y Sra. Dabel.

"¿A donde van?" preguntó la señora Mufet, poniendo su cabeza fuera de la puerta del granero.

"Afuera al mundo," dijeron las tres gansas juntas.

"Mejor vuelvan a su estanque," les ladró Flit, mientras se acercaba a ayudarle al pavo, que ondeaba su delantal para mantener retirado al ternero manchado, mientras que la vaca lechera cerraba la puerta, y el pequeño Dick corría por el camino tras el potro marrón.

El potro marrón pateaba con sus cascos, y no le interesaba lo rápido que Dick corría. Tenían todo el mundo para andar, y el pasto verde crecía en todas partes, así que levantó su cabeza y galopó lejos hacia las colinas azules.

Después de un tiempo se dió la vuelta para mirar si aún Dick lo estaba siguiendo, pero no se veía a nadie; así que se recostó y rodó entre margaritas; y esto fue tan divertido que lo intentó de nuevo, y de nuevo hasta que quedó cansado.

Entonces mascó un poco de pasto, pero pronto decidió que daría otra carrera; y levantó tanto polvo, mientras galopaba, que los pájaros salieron de los árboles para ver lo que era, y un pequeño conejo que corría por el camino resultó tan asustado que no volvió a respirar sino hasta que llegó a su hogar en el bosque.

"¡Hurra!" dijo el potro marrón, no porque supiera lo que significaba sino porque había oído a Dick que lo decía. "¡Hurra! ¡tal vez nunca volveré!"

Justo entonces llegó un temible grito de un campo vecino, y aunque era sólo el rumor de una máquina trilladora, el potro marrón se asustó mucho, y saltó sobre una cerca a un campo de algodón.

"¡Oh!" dijo, mientras desgarraba su suave piel en las agudas barbas de la cerca de alambre y cortaba sus pies cuando saltaba sin cuidado, "¡Oh! como me gustaría ver a Dick ahora."

Pero Dick estaba en casa. Había corrido tras el potro marrón tan rápido como sus pies podían llevarlo, y había gritado "jo! jo!" pero el potro marrón no lo había escuchado; así que Dick había regresado a casa con su cabeza agachada, pues él había sido quien había olvidado cerrar la puerta de la finca.

La mamá estaba en casa, y se sintió muy apenada cuando lo escuchó, pues sabía cuan querido era el potro para su descuidado hijito; y cuando el padre llegó del campo, muy tarde para buscar al que había huido, dijo que los niños grandes y los niñitos y todos los demás debían cuidar las cosas que querían para mantenerlas; y Dick lloró, pero no le hizo bien.

Las vacas regresaron a casa cuando el papá lo hizo, y el ternero manchado estaba contento de no haberse ido de la finca cuando vió a su madre viniendo del campo de tréboles. Los pollos fueron donde el gallo, y los caballos fueron alimentados; pero ningún potro marrón se vislumbró, aunque Dick y Flit fueron al camino para mirar, una docena de veces.

"Está muy apenado," dijo el amigo Flit a la señora Mufet, mientras comían su cena; y la señora Mufet les contó a Tit y Tod todo ésto, cuando regresó al granero.

¡Pobre del pequeño Dick! ¡y pobre potro marrón! Ellos pensaron el uno en el otro muy a menudo durante la noche; y temprano en la mañana el dueño del campo de algodón sacaba al potro marrón.

"Me gustaría saber", dijo el hombre, mientras lo apuraba, "¡que negocio tienes en mi campo de algodón!" Pero el potro marrón levantó su cabeza, como hacía Dick, y partió lentamente.

La larga carretera se extendía, fuerte y blanca, frente a él, y los pájaros, murmuraban en los arbustos, parecían decir:

"¿Es éste el mismo potro marrón que ayer levantó una polvareda?"

¡Oh, cuan largo y fatigado fue el camino, para sus maltratados pies! Pero al final llegó a casa, justo a la hora de ordeño; y cuando la señora que ordeñaba lo vió parado frente a la puerta, dió un grito que sacó a todos los de la casa.

Dick y el gallo y Flit se empujaron uno a otro en su sorpresa, y la granja estaba en tal agitación que una gallina perdió sus pollos y no los encontró sino después de quince minutos.

"¿Qué viste?" gritó el ternero manchado.

"¿Qué te hizo regresar?" preguntaron los gansos; pero Dick y el amigo Flit no hicieron preguntas, porque comprendieron.

Eso fue hace mucho tiempo, y el potro Marrón ahora es un fuerte caballo, y Dick un muchacho alto; pero ninguno de ellos olvidará el día que Dick no tuvo cuidado y no cerró la puerta de la finca.